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22.14
EL VATICANO Y EL ARTE

por José Alberto López
Lápiz. Revista Internacional de Arte nº 259-260, Febrero / Marzo 2010




El arte occidental, que, desde la aparición del cristianismo y hasta principios del siglo XIX, había mantenido una estrecha relación con la Iglesia, ha avanzado desde hace más de siglo y medio en un camino de secularización extrema. Paralelamente, la iconografía religiosa se ha ido reduciendo a una práctica marginal y normalmente mediocre.
Hace casi medio siglo Pablo vi asumió el compromiso de restablecer la amistad entre la Iglesia y los artistas. "A todos vosotros la Iglesia del Concilio os dice con nuestra voz: ¡si sois amigos del verdadero arte, sois nuestros amigos!", les comunicó en la clausura del Concilio Vaticano ii, señalando su papel como custodios de la "belleza del mundo", la belleza que el mundo necesita para no lanzarse a la desesperación... En el año 2000, Juan Pablo ii dirigió una "Carta a los artistas", también centrada en la "epifanía de la belleza". Ajena a los estilos, movimientos y medios del arte actual, la Iglesia seguía reclamando una belleza que en sus templos se ha traducido en burdos productos incapaces de reproducir la grandeza del arte religioso de antaño, convirtiéndose en una especie de grotesco arte religioso folclórico, preñado de vulgaridad, del que son ejemplos destacables las horribles pinturas instaladas en la Catedral de la Almudena de Madrid.
Ahora la Iglesia parece querer sacudirse ese rancio conservadurismo. Así, según el responsable del Consejo Pontificio de la Cultura, Monseñor Gianfranco Ravasi -cuyas funciones en el Vaticano son las equivalentes a las de un Ministro de Cultura-, esa institución pretende estimular un arte actual apropiado para ornar las numerosas iglesias modernas, algunas de ellas diseñadas por arquitectos como Renzo Piano o Richard Meier, evitando esquemas iconográficos caducos, adscritos a lo peor de la estética del sentimiento. Paralelamente, la Iglesia desea inspirar en los artistas un arte "trascendente", que pueda medirse con aquella creación contemporánea carente de mensaje o "blasfema". En una entrevista concedida al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung a finales de 1998, Ravasi adelantaba la intención del Vaticano de participar con un pabellón propio en la Bienal de Venecia de 2011, a pesar de ser consciente de que cerca podría exhibirse una Madonna llorando esperma o una Última Cena con jóvenes masturbándose, como se pudo ver en Bolonia o en Viena ese mismo año. En aquella misma entrevista, se interrogaba Ravasi sobre los nuevos lenguajes, sobre la búsqueda de lo no estético en el arte, y concluía que quizás la Iglesia había perdido el contacto con la creatividad. Como ejemplo, se refería a una Crucifixión de Joseph Beuys, que, según opinaba, debió haber adquirido la Iglesia en los años sesenta, por tratarse de una obra que pertenecía más a un lugar sagrado que a un museo.
Como parte de esta nueva estrategia eclesiástica, se organizó un encuentro entre el papa Benedicto XVI y doscientos artistas de distintas disciplinas, incluida la plástica, en noviembre del año pasado. En ese encuentro, que tuvo lugar en la Capilla Sixtina y al que asistieron creadores como Jannis Kounellis, Anish Kapoor y Bill Viola, el Papa volvió a referirse a la Belleza como necesaria respuesta a algunas formas del arte contemporáneo que considera obscenas. Monseñor Ravasi fue el organizador del encuentro. Ante este pasmoso giro, solo nos cabe preguntarnos: ¿llegaremos a ver pronto a algún cardenal paseándose por arco?
Categoría: Textos | Visiones: 1981 | Ha añadido: esquimal | Tags: Vaticano, Arte | Ranking: 0.0/0

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