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11.10
EXPLICATUM, EXPLICANDUM Capitulo II

de Carlos Moreno Rodríguez, Neurostar, en wikibooks

Jueves 28 de abril de 2005, por ediciones simbioticas




Capítulo 2. LA TRANSFORMACIÓN DE LA REALIDAD Y LA REALIDAD TRANSFORMADA

El mundo nos es dado, en el sentido de que nosotros no lo hemos inventado. Esto, que parece evidente, es muy importante para lo que sigue; pues, en rigor, dependemos del mundo para sobrevivir. El que exista trigo, frutos o animales que podemos engullir, no ha sido generado -en principio- por los hombres. La dependencia del ser humano de unas condiciones ambientales previas es mucho mayor que la dependencia del mundo de la humanidad. El mundo ha sobrevivido sin hombres durante millones de años, la aparición de éste sobre la tierra aunque significativa, no deja de ser un tanto anecdótica. Sin embargo, la anécdota se ha convertido en un hecho constitutivo del mundo actual basándose en su posibilidad de modificar las condiciones previas. A semejante modificación de antecedentes priores podemos llamarla transformación de la realidad.

Bien es cierto que el mundo cambia por propia iniciativa. No obstante, esta iniciativa es ciega, no es intencional. La evolución; es decir, los cambios cuantitativos y cualitativos producidos en el mundo no tienen más finalidad que el de producirse; a no ser que consideremos una voluntariedad de la naturaleza y, por lo tanto, una intencionalidad concreta. Lo único que podemos decir de los cambios naturales es que son interactivos, en orden a que se afectan unos a otros; o bien, que todo cambio produce unos efectos. El que los cambios tengan una estructura o una sistemática susceptible de ser analizada por una forma de conocimiento es otra cuestión. Para lo que nos interesa, consideramos dentro de las condiciones previas esos cambios producidos por la propia naturaleza y por la evolución espontánea de las cosas.

La transformación de la realidad es el cambio intencional de las condiciones previas. La modificación no se produce en el fondo sino en la forma. Dicho de otro modo, los cambios afectan a la forma de manifestarse esa realidad y no a la realidad misma: los cambios introducidos por el hombre no afectan a la ley de gravitación universal, o a la química del carbono, o a la configuración general del universo. El lenguaje intrínseco de la evolución del mundo no ha sido modificado en su sistemática funcional. Sólo la forma en que los componentes interactúan entre sí, ha podido ser alterada. Esto no quiere decir que las transformaciones de la realidad efectuadas por el hombre obtengan resultados no naturales; así, por ejemplo, el bronce es una aleación de cobre y estaño que, si bien no está en las condiciones iniciales, sí lo están sus componentes. Aún más; las transformaciones de la realidad hechas por los hombres tienen como resultado un producto artificial; a no ser que se repliquen las condiciones priores. Y una de las bases del aprendizaje es la imitación. Imitar a la naturaleza y al mundo fue un punto de partida para el desarrollo de la ganadería y de la agricultura. La una, aprovechó el agrupamiento natural de ciertos animales; la otra, las crecidas anuales de los ríos.

La transformación de la realidad se entiende teleológicamente, dirigida a fin; mientras que los cambios naturales no se pueden comprender, con los datos disponibles, como una voluntad de acción. La voluntad de acción está reservada a los seres vivos (plantas y animales); pero en la inmensa mayoría de ellos, tal voluntad está restringida a movimientos tenues (caso de las plantas) y a instintos o aprendizajes simples (caso de los animales). Los simios y los hombres han demostrado que su capacidad de aprendizaje es muy superior a otro tipo de animales; ballenas, delfines y similares, también han confirmado habilidades parecidas. El hombre, entre ellos, se ha destacado notablemente en su capacidad transformadora de la realidad. Se supone que todo ello está relacionado con el tamaño relativo del cerebro y una evolución natural del mismo. En el caso del hombre, en virtud a su capacidad transformadora del mundo, es posible que se sume una evolución artificial que se ha ido incorporando poco a poco a las condiciones priores, hasta que ha sido diluida de un modo, en parte desconocido: ¿por qué nosotros, de entre todos los seres del mundo conocido, hemos sido consignados con tal capacidad? Si no nos atenemos a preceptos religiosos, la designación la ha hecho la evolución y nuestra voluntad de acción de modo conjunto. La intervención extraterrestre no ha sido confirmada en ningún extremo, al menos, de forma científica.

¿Qué supone la transformación de la realidad? Para la humanidad, desde un punto de vista funcional, la transformación de la realidad supone un fin adaptativo y de supervivencia; es decir, la búsqueda de comida y cobijo, el establecimiento de relaciones sexuales y, la continuidad de sus resultados: la prole. Esta simpleza funcional se sigue manteniendo en la actualidad. La vida de un hombre o una mujer en el mundo occidental, bien puede resumirse en lo que hace en un día: se pasa unas ocho horas trabajando (buscando y proporcionando comida), otras ocho durmiendo (relacionado con un cobijo) y el resto, se las pasa buscando pareja sexual -de no tenerla-, relacionándose sexualmente o dispensando cuidados a sus hijos. Cualquier hombre o mujer, según lo que esté haciendo en este momento, está encuadrado en este patrón de alto poder predictivo. Sin embargo, a semejante patrón de comportamiento, se le añade una variable cada vez más importante; esto es, el tiempo destinado al conocimiento. Muchos hombres y mujeres, sobre todo los más jóvenes de la especie, dedican grandes períodos espacio-temporales al aprendizaje y a la adquisición de conocimientos, cuestión que no está relacionada directamente con lo anterior. El tiempo destinado a la adquisición de aprendizajes varía substancialmente de unas culturas a otras; estando íntimamente relacionado con la incorporación de los individuos a la vida activa. Una apreciación sin rigor incontrovertible, nos daría una media de entre ocho y dieciséis años dedicados a tal actividad. Si la expectativa de vida se sitúa en torno a los 75 años, nos daría un margen situado entre el 10,7% y el 21,3% de nuestras vidas dedicados a la captación de conocimiento.

De vuelta a la idea genérica de la transformación de la realidad, caben dos cuestiones de cierta relevancia en el contexto. La primera se refiere al conocimiento de cómo se transforma y cambia la realidad; la siguiente, consecuencia de la anterior, es relativa a la tecnología empleada para dicha transformación. Mucho más que las ideas o que los modos de producción, lo que destaca en una cultura es su tecnología. A partir de su tecnología, se puede pronosticar la influencia de una cultura en un momento histórico. Este predictor no es el único que existe a la hora de determinar variables influyentes en la marcha de un pueblo, aunque sí es decisivo como un antecedente previo a su desarrollo ulterior. Una civilización sin tecnología obtiene un desarrollo mucho más lento y menor que otra, que tenga a su disposición una variada gama de recursos tecnológicos. Veamos un ejemplo.

En la antigüedad, Grecia y Roma disponían de una tecnología y conocimiento similar. Lo que les hacía diferentes era su potencial humano y la forma de disponer de ese potencial demográfico. Así, Grecia, siempre fue reacia a considerar dentro de su esfera política a los pueblos bárbaros; esto es, extranjeros (excepción hecha del periodo helenístico con Alejandro Magno); con lo que su órbita de influencia quedaba cerrada a sus fronteras. Cuando Grecia se abrió al resto del mundo, su imperio se ensanchó hasta llegar a la actual India. Es obvio que semejante apertura se obtuvo por los métodos de conquista y guerra; sin embargo, se optó por el intercambio tecnológico a favor de los conquistadores. Y esto supone una constante histórica; en el sentido que, una tecnología que conquiste a otra, aumenta su potencial, probabilizando nuevas conquistas tanto en el ámbito del conocimiento como en el aspecto territorial. Entonces ¿cuándo y cómo finalizan o han finalizado los imperios? Sencillamente cuando los recursos demográficos (entendidos en un sentido amplio) se colapsan de algún modo. Pero la tecnología que resulta del intercambio puede permanecer en el caso que continúen también unos recursos humanos suficientes para mantenerla. De este modo, sabemos de imperios que surgen, mueren y resurgen en el Próximo Oriente -en zonas geográficas cercanas-, durante toda la historia: los asirios, los hititas, los helenos, los turcos, los iraníes y, actualmente, los países petrolíferos del lugar. Esto, en definitiva, la hace ser una zona de eterno conflicto por dos razones fundamentales: la supremacía de tecnologías y la lucha por la administración de los recursos humanos de un modo determinado (con independencia de la justicia y equidad de tales modos).

Los romanos, desde un principio, no disponían de una tecnología punta que les lanzara a la conquista; no obstante tenían una administración de los recursos humanos muy superior a cualquiera. Su derecho; es decir, la forma de regular la vida de los hombres y su relación con el mundo circundante, tenía una organización muy superior a cualquier otra de la época. La gestión de recursos se entendía como una tecnología y, por ende, como una posibilidad de conquista exterior. Sí a eso le añadimos una cantidad de población disponible para el ataque, la consecuencia es lógica. Los romanos aprendieron de la tecnología de aquellos pueblos que conquistaron, dotándoles de la que ellos, por sí mismos, habían adquirido. Su victoria fue doble. Sólo cuando los recursos humanos no se gestionaron con eficacia, el imperio romano se fue a pique. Los bárbaros no tenían la tecnología del mundo romano; si bien, disfrutaban de una organización simple y efectiva con un objetivo claro. De hecho, los pueblos bárbaros adoptaron la tecnología romana en muchas de sus dimensiones; y los que no lo hicieron, obtuvieron una influencia efímera. Es curioso que se fracase por lo mismo que lleva a la gloria.

El imperio más grande a lo largo de toda la historia, al menos en el aspecto de extensión territorial, ha sido el español. Este imperio fue, en duración y significación, muy parejo al romano. La tecnología castellana del siglo XV y XVI era muy similar a la de otra nación puntera de entonces. El potencial humano disponible es lo que les hacía superiores. Los tercios españoles fueron temidos en el occidente europeo durante muchas décadas. Una organización muy específica -el ejército- mantuvo y extendió sus fronteras más allá de lo impensable. Cuando los tercios no pudieron mantener a ralla las diversas rebeliones, el imperio se resquebrajó. Lo mismo que construyó un imperio allende los océanos, fue su perdición.

La tecnología, o dicho de otro modo, los modos de transformar la realidad, no tiene porqué tener un enfoque exclusivamente materialista. Es decir, las tres grandes revoluciones tecnológicas -neolítica, industrial y cibernética- que han puesto de relieve diversos autores, son sólo parten del problema de la transformación de la realidad. La herramienta, característica material de la transformación, es una resolución heurística a una situación concreta. Para nuestras tres revoluciones, las herramientas significativas podrían ser las metálicas, el motor y el computador, respectivamente. Ahora bien, tales herramientas sólo ponen de relieve el producto de su aplicación; y no, su interrelación entre el hombre y el mundo. Esto solamente lo hace la realidad virtual.

Ha habido algunas otras revoluciones no materiales que han supuesto transformaciones de la realidad tan trascendentes, al menos, como las citadas. Los trabajos de Copérnico, Newton y otros de una larga lista, pusieron a disposición de sucesivas generaciones, un modelo del universo que se aproximaba -en cierto modo- a lo que puede ser en realidad. Einstein, relativizó con contundencia ese modelo. Ambas concepciones fueron revoluciones tecnológicas a su manera. Utilizaron como herramienta la realidad virtual, lo mismo que hicieron nuestros parientes prehistóricos a la hora de parir la idea de Dios. El conocimiento, producto de la realidad virtual, es una forma de transformar la realidad; o mejor dicho, la concepción que tenemos de la misma. El conocimiento es la tecnología de la realidad virtual y, sus transformaciones, se producen en ésta y no, como atribuyen algunos, sobre el mundo empírico. La gran mentira del conocimiento es que puede predecir y controlar el mundo. Conocer, como ya reconocía Sócrates, es saber que se ignora lo que realmente sucede. El conocimiento es especulativo, un concepto que nos hace creer que la verdad está contenida dentro de él. Sin embargo, y para no caer en escepticismos ingenuos, como expresaba el propio Newton, de lo único que podemos estar seguros es que no todo es mentira.

Que el conocimiento ayuda a encontrar estrategias (herramientas) de comportamiento adaptativas es innegable: se pueden mejorar las formas de encontrar comida, cobijo y relaciones sexuales, pero también nos tiene que ayudar a encontrar maneras óptimas de relación entre el mundo y el ser humano; y esa optimización, desde luego, no la da el uso de herramientas.

Antes de continuar, es interesante hacer mención a otro tipo de revoluciones tecnológicas que, por mor a su influencia en otros campos podrían incidir aún más en lo suscrito. Freud dio la explicación más completa del funcionamiento psíquico del hombre que se ha podido confrontar. La imposibilidad de demostrar empíricamente la existencia del inconsciente y gran parte de su teoría, la invalida como un modelo científico. Nadie ha podido tampoco decir que es un embuste. Si bien, nos explica todo independientemente de su veracidad. Desprestigiarla por su indemostrabilidad empírica -desde un enfoque que no sea rigurosamente científico- es como adherirse a ella sin ninguna reserva. Lo que se propone es aceptarla como una posibilidad óptima, en el sentido que explica mucho para lo poco o nada que sabemos.

Otro personaje importante para la psicología fue Piaget. Su punto de partida fue el opuesto de Freud. Si éste partió del conflicto entre instintos y cultura, el otro lo hizo desde el desarrollo de la inteligencia y sus procesos lógicos. Muchos de los experimentos de Piaget han sido la panacea para educadores y enseñantes del siglo XX; pero como suele suceder, no le faltaron críticos y detractores. Su explicación hay que aceptarla como una posibilidad óptima; lo demás es buscar fama a su costa. Negar o afirmar una hipótesis de cierta potencia explicativa, tiene que tener una argumentación y coherencia tan fuerte como lo que trata de aseverar o refutar.

La transformación de la realidad tiene como consecuencia una realidad transformada (sea empírica o virtualmente). Una vez que se produce, hay que adaptarse a esa consecuencia. Un prototipo de esta adaptación son los ordenadores personales que, en vez de adaptarse a los hombres, son éstos los que se adaptan a aquellos. Lo mismo ocurrió a las fábricas o a los útiles de metal. El ser humano ha aprendido tanto a adaptarse que le da igual el artefacto o el efecto natural ocurrente; simplemente se adapta. Se ha llegado a decir que la evolución es la evolución del cerebro y que, el próximo salto pasará del homo sapiens al sapiens sin más; sea hombre o máquina. La posibilidad óptima de esta explicación es más que dudosa. Aunque las máquinas -ordenadores- pudieran aprender (cuestión más que farragosa), los hombres se adaptarían a ello, con lo que irían un paso por delante. Si los saltos cuantitativos se producen bajo la tecnología material y empírica, los cualitativos acaecen en una tecnología virtual. Puesto que los computadores han sustituido a las fábricas, aquellos serán pasto de otra herramienta distinta y, el hombre, se adaptará a ella sin dilación (con sus respectivos adeptos y detractores, por supuesto). El que sean los instintos, el inconsciente, o bien, los procesos de maduración en estadios evolutivos, es una cuestión de enfoque. Si el sexo es un hecho que determina muchas conductas del ser humano, todo modelo que lo contenga en sus presupuestos no puede ir muy desencaminado y, los complejos de Edipo y Electra, pueden ser explicados en orden a las prolongadas relaciones de afecto y de apego entre padres e hijos. Lo mismo ocurre con la inteligencia. Los procesos lógico-deductivos y la forma de adquirir los mismos por parte del ser humano son muy importantes a la hora de abordar la ciencia y las matemáticas. Lo relevante del caso es que, la transformación de la realidad (virtual, en el ejemplo) operada nos da como resultado algo distinto y que aparece disponible para su uso o abuso. Esta nueva realidad es otra fuente de adaptación, desadaptación o readaptación. Dicho de otro modo, ¿consiguen los ordenadores hacer más felices a las personas?, ¿logra el modelo psicoanalítico un cambio sustancial en el comportamiento global de la humanidad?... El mundo de las telecomunicaciones hace las cosas más rápidas, más eficientes o con unos costes mínimos; pero eso no hace más felices a los hombres. Digamos que, cualitativamente, un hombre del siglo V a.d.C., tenía las mismas posibilidades de ser feliz que un hombre de hoy en día.

Las revoluciones tecnológicas importantes -virtuales o no-, no son el neolítico, la era industrial o el mundo del computador. Tampoco la Revolución Francesa puede considerarse como un hito de cierta profundidad. No obstante, son, desde el punto de vista didáctico, considerandos muy dignos y edificantes. Aproximan a lo que puede haber sido o a lo que es. Su significación puede ser extendida a un número de personas muy amplio; sin embargo, el paradigma tecnológico (a excepción de su vertiente didáctica) hay que incardinarlo en toda su dimensión virtual y experiencial. El vector no es el thecnos sobre el logos o viceversa, sino la interacción entre ambos. La resultante es lo verdaderamente transcendente. Cuando se inventó la carabela, la brújula o una navegación más segura, no llevaban inscritos tales descubrimientos el llegar a América. Eso, junto a la audacia de algunos y otros factores de igual fuerza, fue lo que hizo que aconteciera. Sólo la interacción entre logos y thecnos proporcionó vigor al hito. Herramientas, entusiasmo, política, ciencia, religión, audacia, perseverancia y un largo etcétera de una época concreta, alcanzan una resultante de tal magnitud.

Cuando, finalmente, se descubrió América, esa realidad transformada supuso una nueva fuente de adaptación para la humanidad. Los esquemas del mundo cambiaron en la realidad y en la mente de los hombres. Y ni que decir tiene que la adaptación no tiene porqué ser justa o equitativa; simplemente unos mueren y otros sobreviven. En el caso de América, las poblaciones indígenas quedaron bastante esquilmadas a lo largo de los siglos. Una tecnología superior fue la causa de su exterminación o su mestizaje, en el mejor de los casos. Lo hicieron España y Portugal en el Centro y Sur de América, lo hizo Inglaterra en Norteamérica y lo hizo Francia y Holanda en sus áreas de influencia. ¿Acaso les preguntaron a los indígenas australianos, o a los comanches, o los polinesios, o a los mayas o los aztecas, o a los africanos de cómo debía ser la colonización? La leyenda negra es extendible a todas las naciones que mantienen una tecnología superior con afanes expansionistas. El intercambio es casi siempre desfavorable entre tecnologías de distinto grado de desarrollo.

La transformación de la realidad, exige en sí misma una readaptación ante el producto obtenido. Los efectos secundarios, en definitiva, son muy difíciles de predecir no ya por el producto, sino por las distintas formas de adaptación que genera el hombre ante ese nuevo producto. De otro lado, la comprensión del hombre de este fenómeno que va desde la mera (pero importante) supervivencia a los cambios efectuados sobre el mundo circundante, pasando por modelos de interpretación del hombre y del mundo, es una resultante tecnológica que cobra sentido con el paso del tiempo. Mas la Historia es un significado como resultado y no tiene en cuenta sus sombras: hombres y sucesos anónimos que, en diferentes direcciones, dieron ese resultado y no otro. La Historia se apropia de lo que cree que ha sucedido sobre la base de sus efectos, pero sus causas se van escondiendo entre personas y fenómenos que aparecen en penumbras. La comprensión de la historia del hombre y del mundo es, particularmente, difícil. Aquí se ha abordado una perspectiva tecnológica interactiva para interpretar los hechos. Esa misma interacción nos supone la endeblez de nuestros argumentos, pues eso mismo puede cambiar nuestro modo de pensar pero no a lo que realmente ha sucedido.

La realidad transformada condiciona una adaptación. En la realidad virtual, la adaptación sugiere un significado de lo que ha ocurrido. El significado es lo que maneja la realidad virtual; nuestra mente no puede manejar objetos si no es en virtud de sus cualidades abstractas. Entonces en la realidad virtual lo que se operan son cambios de significado. El que la realidad virtual se crea que el significado es lo que sucede no es más que un fantasma. Ya lo dijo Platón en su mito de la Caverna, aunque su interpretación fuera la opuesta que aquí se le da. Él lo llamó el Mundo de la Ideas; nosotros lo llamamos la realidad virtual. Él creyó que semejante mundo era el verdadero, aquí se mantiene que la realidad virtual se atribuye a sí misma que es verdad y, que tal atribución puede resultar nefasta. Lo mismo que nos ha llevado a la gloria, nos puede condenar al fracaso evolutivo.

La realidad virtual y los significados que ésta maneja pueden condicionar el comportamiento del hombre basándose en tal atribución. De hecho, ya lo hace. El lenguaje, máximo representante conductual de esa realidad virtual, implica comportamientos de alto nivel que transforman nuestra realidad virtual. Sin embargo, la realidad empírica es ajena a semejantes cambios, a menos que intervenga una mediación; es decir, el acto del hombre. Dicho de otro modo, ¿puede el hombre sobrevivir y ser feliz sin esa realidad virtual compleja? ¿Acaso hemos llegado a un punto sin retorno en el que no podamos desadaptarnos para adaptarnos mejor? ¿Será nuestra atribución cierta y, en su caso, estaremos en el camino adecuado para un futuro preferible? ¿Tal vez, serán estas reflexiones tan infecundas como sus posibles respuestas? En la comprensión de la transformación de la realidad y su resultante transformada, así como en la tecnología mediática para llevarla a cabo y, en el compendio de representaciones, símbolos y significados que intervienen para llevar a cabo, para interpretar o comunicar lo anterior, es posible que encontremos un resultado satisfactorio.



Capítulo III. DE LA REALIDAD VIRTUAL AL LENGUAJE (O DEL SIGNIFICADO Y DEL HECHO Y DEL HECHO DEL SIGNIFICADO DE AMBOS)

Se ha dicho hasta la saciedad que el lenguaje tiene una función eminentemente comunicativa. Esto, con ser verdad, no nos dice mucho; porque lo que es relevante al caso son los interactuantes de la comunicación y sus respectivos comportamientos; y no, la comunicación en sí. Separar las componentes del hecho comunicativo es perder de vista la acción de conjunto. La resultante de las componentes es lo que verdaderamente nos interesa. La comunicación no deja de ser una herramienta de la realidad virtual, condicionando a la realidad empírica para que tenga unos efectos deseados: transforma la realidad.

La realidad virtual compila significados, con independencia de que estos estén o no basados en hechos o acontecimientos. Lo que le importa a la realidad virtual es lo que es significativamente válido para ella; es decir lo que la satisface: comer, cobijarse, mantener relaciones sexuales y repartir el programa genético para continuar la especie. Pero la satisfacción de dichos deseos no está en ella misma, con lo cual necesita dos cosas: una forma de compilar significados y un plan de acción. La forma de compilar significados más singular y potente es el lenguaje, mientras que el plan de acción se reduce a un programa comportamental. El error más común es creer que los significados compilados son verdaderos per se, y que el programa comportamental es el comportamiento que teleológicamente, se ha planificado.

Escénicamente, la realidad virtual asiste a una obra de teatro con la que interactúa y se siente protagonista. A su vez, va construyendo su argumento y cambiándolo a tenor de sus necesidades. El cambio de guión suele ser una catarsis en su sentido más radical; generalmente se produce de una forma violenta, por implosión, por seducción, por conquista o por temor. La liberación de unos significados, produce la superación de otros. Los significados son el código de la realidad virtual, pero son compartidos en virtud a la compartición de dicha realidad. Compartir un mismo destino, una misma realidad virtual y un mismo programa de acción son algo que, a continuación, se intentará explicar.

Compartir la catarsis, liberación y tragedia a la par, es lo que la realidad virtual propone. Su antecedente está en su programa genético: el intercambio sexual. Primero se comparten genes, y luego lo que esos genes han generado. Los genes de peces generan peces, los genes de generadores de realidades virtuales generan realidades virtuales y generadores de nuevas virtualidades. Es decir, los significados generan nuevos significados. El hombre se adapta a los nuevos significados, a las nuevas realidades virtuales.

La adaptación, la realidad virtual la sabe traumática, pues el cambio de esquemas y de significados es difícil y no siempre comprensible. Si una realidad virtual no pudiera compartir los significados que maneja, carecería de sentido, pues no necesitaría construir un significado multicompartido, sino un sólo significado, replicantes y replicantes de sí mismo. Evolutivamente, esto supondría que un hecho que no estuviera contenido y previsto en tal realidad virtual, podría constituir su extinción. La adaptación es un proceso compartido, una catarsis en la que participan todos en mayor o menor grado. Ya que compartimos genes (es decir, no somos replicantes), tampoco replicamos realidades virtuales, simplemente las compartimos.

Los seres humanos se componen básicamente de dos cosas: de genes y de realidades virtuales. Ambas cosas se comparten; el porqué ocurre de este modo es explicado en orden a variables adaptativas, en el sentido que algún gen o alguna realidad virtual de la variedad que existen se podrá a adaptar a aquellas condiciones priores o artificiales que se vayan sucediendo.

Para compartir el momento catártico de la realidad virtual se necesitan significantes (signos y símbolos) que transporten significados que compartir, lo mismo que el momento de transmisión de genes se necesitan otros genes complementarios. Estos últimos usan los órganos sexuales, la realidad virtual usa el lenguaje. El lenguaje no es ya una representación de la realidad, como se ha dicho, sino una representación de la realidad virtual que se comparte. Cuanto mayor es la compartición de la catarsis, mayor es el significado compartido. El lenguaje representa a la realidad virtual y, la catarsis, representa la creación de significados compilables por la realidad virtual.

Queda la segunda parte: el plan de acción. Igualmente que los genes, que necesitan de una forma de intercambiarse (un acto concreto y determinado, en nuestro caso el coito o modos artificiales que tengan sus mismas consecuencias), la realidad virtual necesita de planes de acción concretos para resolver contextualmente la catarsis significativa. Los programas conductuales son variados y de cierta complejidad, porque manejan diversas realidades virtuales al mismo tiempo, adaptándose y readaptándose en la compartición catártica. Eso lo hace de un modo concurrente o según las circunstancias lo requieran. La realidad virtual suele operar en modo de causa-efecto (estocásticamente); no obstante los planes de acción presentan un modus operandi concurrente, adaptativo y adaptable; pues los planes sin plasticidad, o no se pueden llevar a la práctica, o sus efectos secundarios tienen una consecuencia peor que la propia catarsis que los generó.

El campo de variables sobre los que se aplica el plan de acción de la realidad virtual es un contexto de resolución. Lo que realmente desea satisfacer la realidad virtual es tener comida, cobijo y relaciones sexuales, así como una descendencia portadora de parte del código genético. Aprender habilidades para tales cosas es también un campo a tener en cuenta en nuestra disertación. Así pues, el contexto de resolución es un escenario concreto con ciertos guiones compartidos y, en esencia, un momento catártico determinado. Alrededor de momentos catárticos de uso común, se crean escenarios (instituciones o similares) con protocolos de actuación estructurados o semiestructurados, con el fin de saber qué hacer, cuándo, cómo y dónde hacerlo. El porqué hacerlo, es decir su significado, puede resultar evidente o estar oculto, o no guardar una relación directa o inmediata con las cuatro o cinco cosas elementales tanto de la realidad virtual, como de las acciones del hombre. Desde este punto de vista, el derecho y la política, generadas virtualmente como pautas organizativas de un status específico, pueden perder el vínculo compartido si difieren en demasía con los planes inmediatos de las personas usuarias de semejente eventualidad. Dicho de otro modo, la realidad virtual quiere las cosas aquí y ahora, aprendiendo a diferir respuestas comportamentales y planes de acción, como consecuencia directa de catarsis que le son incomprensibles (al menos en parte). Esas mismas catarsis son las promotoras de los significados, pues éstos no son más que un prototipo más o menos estable contextualmente. Si un significado no guardara cierta estabilidad y equilibro con aquella parte de la realidad virtual que representa, carece de sentido; es decir de significado, es mera expresividad o transitividad, con lo que no se puede compartir ni participar del mismo.

Aunque el significado tiene parámetros espacio-temporales explícitos e implícitos, mantiene estabilidad y equilibrio con del fin de ser compartido. Asimismo, los hechos -su inmensa mayoría-, tienen la propiedad de repetirse si se dan contextualmente unas condiciones priores. Esto no siempre ocurre de tal modo, pero básicamente, un hecho es un momento de acción cuya transcendencia es la de acaecer; por lo demás es inconsecuente desde una epistemología radical. La transcendencia del significado radica en su compartición y en la realidad catártica en la que se basa. El hecho aislado no se puede compilar por la realidad virtual, es una mera inconsecuencia de un acontecer sin destino. El hecho cobra sentido en la interacción del mundo, en la propia catarsis cósmica. Y esa es la aspiración de la realidad virtual. Explicar la catarsis universal. Lo que compila la realidad virtual es el conjunto de hechos en interacción; es decir, el mundo.

La forma de compilar es integral, la realidad virtual no compila analíticamente; pues el análisis no pone énfasis en la interactividad de las partes del todo. La integración sí. Con el término integración se pone de relieve la interactividad de los componentes, la expresividad dialéctica de la síntesis reduce a la realidad virtual a un proceso psudológico; es decir se trata de una creación virtual de interpretación de la realidad atributiva. Expliquemos, la atribución con más detalle.

Los significados generados por la realidad virtual se atribuyen los hechos a los que se refieren. La manifestación atributiva es una característica de la realidad virtual y no del mundo en sí. La atribución más común a la hora de compilar hechos y significados es la atribución causal; cadenas infinitas de causas y efectos. La atribución concurrente o contextual, o aplicada; es una compilación de tipo pragmático y mucho más adaptativa. No contiene significados universales, sino significados parciales, relativos y plásticos. La interactividad de las partes del mundo es inaccesible a una sola realidad virtual, porque el significado de la virtualidad radica en lo restringido de la realidad que manipula. El sentido catártico es totalmente distinto para un indio del amazonas que para un inversor de Wall Street. De lo único que podemos estar seguros es que ambos tienen realidad virtual y que buscan comida, cobijo y relaciones sexuales con mejor o peor suerte en el empeño.

El resultado evolutivo del cerebro humano ha sido la construcción de una realidad virtual que se puede compartir. Esta realidad virtual resulta como un proceso de adaptación, o mejor aún, es lo que permite adaptarse al hombre. Ya que no puede cambiar las condiciones priores (la gravitación universal y cosas así), lo que va cambiando son los significados de la compilación virtual, mucho más fácil que crear otro órgano reproductor u otra cabeza, evolutivamente mucho más costoso. Lo que difiere en la evolución es la realidad virtual o la capacidad de significar escénicamente el mundo. Y lo mismo que la escena cambia, el significado así lo hace también.

Y lo consustancial a la realidad virtual es compartirla. La soledad de la virtualidad carece de sentido Una realidad virtual solitaria dejaría de ser virtual precisamente por su imposibilidad de compartirse; y, evolutivamente condenada a la extinción. Lo mejor de la virtualidad es su posibilidad de compartirse. Participar de la compartición de una misma realidad virtual es participar en la construcción de su significado y en la elaboración de esa misma virtualidad. Es ser actor, guionista y observador a la vez. La realidad virtual te propone un papel activo en la conceptualización y representación de la realidad, aunque esta representación no tenga nada que ver con los hechos que se manifiestan.

La integración actor-guionista-observador es una de la más difícil de encuadrar dentro de la realidad virtual, pues no se sabe muy bien qué papel (o rol) hay que representar principalmente al caso. Esa catarsis de identidad es una de las más profundas que tiene que solucionar un generador de realidad virtual. Otra catarsis importante es la forma de compartir y con quién compartir esa virtualidad. El momento catártico inicial corresponde a un núcleo semiestructurado que se ha dado en llamar familia. Esa es la primera realidad virtual compartida: padre-madre-hermanos. La realidad virtual compartida con amigos o con el otro sexo se corresponden a distintos momentos catárticos y, que a su vez, pueden tener o generar submomentos de liberación y trauma. Pero lo consustancial, lo relevante es la compartición. Para la realidad virtual, lo importante es compartirse.

En orden a que la realidad virtual compila significados, la imagen del mundo que ésta tenga estará, sin duda ,condicionada por el sistema simbólico. Lo que caracteriza, así pues, a una cultura es la compartición de símbolos: una representación compartida. Es algo así como difuminarse en la masa en el caso de que la representación del mundo esté equivocada. De este modo, los individuos generan un mecanismo de autodefensa de su propia realidad virtual; de ahí que sea muy difícil operar cambios drásticos a corto plazo en la realidad virtual. Dicho de otro modo, los significados y símbolos compartidos, necesitan un tiempo para compartirse, un periodo donde alcancen y encajen en los rincones interactivos de aquella. Y todo ello, con independencia de su justicia, equidad o equipolencia con el mundo real.

Digámoslo así: lo que se dice, no tiene porqué ser lo que es en realidad. Esta recapitulación encierra dos cuestiones esenciales sobre el conocimiento, a saber: a) los significados compartidos no aseguran comida, cobijo o unas relaciones sexuales favorables al sujeto que comparte significados; y b) compilar significados nos da mayores posibilidades de éxito de adaptación y, por lo tanto, de lograr comida, cobijo y relaciones sexuales fructíferas. Al compilar significados, lo que hacemos es tener la posibilidad de compartirlos (aunque sean inciertos o infecundos para la transformación de la realidad) y, por ende, de que nos compartan a su vez. No obstante, como ya se puntualizó, la compartición no tiene porqué ser equitativa o simétrica; es más, la inmensa mayoría de los significados compartidos obedecen a voluntades con un interés concreto que favorece a unos y no favorece tanto a otros. Para lo que sigue, interesa lo siguiente: hay quién puede decir lo qué es la realidad (aunque no se corresponda) y hay quién no lo puede o no le dejan hacer. Los que dicen que las cosas son así y así tienen que seguir siendo son, a lo largo de la historia, los que más comida tienen, los que mejores cobijos se procuran, los que tienen mayores probabilidades de éxito genético y los que mejores cuidados prodigan a su prole. Su herramienta para hacer esto es la realidad virtual compartida. Si a estos sujetos les quitas la realidad virtual quedan en la miseria. Un claro ejemplo es lo que ocurre con las estrepitosas bajadas de bolsa o las crisis financieras de alto nivel. Cuando la realidad virtual se desploma, la bolsa se desploma también.

Los cambios en la realidad virtual compartida suelen darse en orden a cambios radicales en la realidad, del tipo no-previsibles; es decir cuando la frase "las cosas son así”, carece de sentido ante una evidencia que dice "las cosas no son así”. La compartición de significados exige un cierto acuerdo, sin el cual, la realidad virtual queda desnuda y sin anclaje. El acuerdo (o la comunión) lo dan los individuos -de mejor o peor grado- por implosión, por seducción, por conquista, por temor... Y para que exista un cambio en la realidad virtual compartida establecida, tiene que existir un desacuerdo en los significados compilados. Y el desacuerdo en los significados se produce por la comida, el cobijo, las relaciones sexuales y los cuidados a la prole.


EPÍLOGO. CÓMO SALIRSE DE LA RATONERA

La realidad virtual puede ofrecernos la liberación o la esclavitud. Renunciar a la realidad virtual sería muy costoso desde el punto de vista evolutivo y necesitaría muchos siglos para implementarse una nueva opción evolutiva. Además sería un tanto primario negar los avances y las comodidades que nos ha ido proporcionando aquella. Sin embargo, ello no ha de ser obstáculo para comprender y compartir sus limitaciones. De lo que se ha tratado es de ofertar una compilación de significados para su reflexión y, porque no, su compartición.

Hay un tema que no he tratado y este es la forma o el modo de compilar significados por parte de la realidad virtual. Evidentemente, el proceso de compilación de significados puede ser múltiple y no existe una manera unívoca de hacerlo. La más extendida, por su efectividad lógica (y no deontológica u ontológica), es la atribución causal: todo hecho tiene su causa y su efecto, aunque no lo conozcamos. Este modus operandi puede llevarnos a la debacle cognoscitiva porque como vimos la atribución es una cuestión arbitraria y no siempre correspondiente con lo que sucede. Nuestro conocimiento está siempre en obras.

Y es desde este punto constructivista donde quiero hacer hincapié. Ya que la realidad virtual se construye, el modo de compartir ésta también puede construirse. La representación del mundo y la forma de acceder y modificar dicha representación es una tarea de toda la humanidad y no de unos pocos. Es insuficiente el dejar en manos de unos pocos la posibilidad de construir representaciones y significados; pues, como Dios, lo harán a su imagen y semejanza. Si usted, amigo lector, no se implica en la construcción de significados y de nuevas realidades virtuales alternativas, luego no se queje de que no tiene comida, cobijo o unas relaciones sexuales adecuadas. En ningún rincón de la naturaleza pone que no se pueda construir un mundo mejor para nuestros hijos. Y recuerde que navegamos todos en el mismo barco llamado Tierra. Curiosamente, tiene puesto el piloto automático desde hace millones de años y no necesita de extraños capitanes que saquen de órbita a los pobladores en general. Todos somos arquitectos y albañiles de un destino compartido en mayor o menor medida. Y recuerde que no es necesario escribir un libro para compartir el significado de su vida o de su muerte...

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Por: Carlos Moreno Rodríguez, Neurostar (c) 1999 carlos.moreno@hispalinux.es

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Tomado de:

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