Eduardo Vigovsky
El Bosco. El jardín de las delicias
Dice la Biblia: "Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La
tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del
abismo.” La creación pues, ¿es un acto desde el vacío, o es un acto
desde el desorden?, ¿es un acto que organiza, ordena la realidad
existente? El resultado puede ser el mismo, la aparición de una realidad
nueva, pero el origen marca una diferencia.
Piera Aulagnier plantea la carencia como fuente de la creación,
la fantasía como origen de la misma y termina con una apuesta casi
unánime por la salud mental del creador, en tanto es, esa parte sana la
única que puede reclamar para sí una capacidad que denominamos creativa.
El creador lo es a pesar de su patología y no gracias a ella.
En la creatividad experimentamos la angustia que surge de la
ausencia de la forma, que será trasladado a una superficie bidimensional
o tridimensional. Hacer visibles las producciones del inconsciente no
puede ser sino inquietante. "Ese cuadro me inquieta”, solemos decir.
Así, las formaciones del inconsciente, se desplazan a la superficie, al
soporte. El inconsciente desplazado a la tela permite tomar conciencia,
acceder a sus expresiones.
Podemos decir, al igual que Lyotard, que nuestro inconsciente es
figural antes que discursivo. El acto de hacer, la improvisación, la
espontaneidad, la pulsión se relaciona con la gran creación de Freud: el
dispositivo de la asociación libre, sólo que ahora en imágenes.
Nuestra psiquis no sólo responde a modelos lingüísticos. Pero sí
por terapéutica entendemos cura ¿de qué tendría que curarse el
artista?, ¿Qué suerte de siniestros conflictos encierran y originan su
obra?
El interés del psicoanálisis por el arte aparece desde el
comienzo en Freud. Hay ejemplos de sobra para quien desee hallarlos pero
bástenos uno para ilustrarlo: el magistral ensayo acerca de un recuerdo
infantil de Leonardo Da Vinci. Freud, por otra parte, encontraba en el
arte la forma princeps de sublimación de la pulsión. Con respecto del
supuesto de que el artista creaba con la angustia que le proporcionaba
su neurosis, curado de esta última perdía su capacidad creativa. Freud
afirmaba que un análisis ayudaba a un artista a superar sus represiones
liberando así libido capaz de ser puesta al servicio de la creación.
En Los dos principios del acaecer psíquico, Freud describe la
actividad del artista como un mecanismo de apartamiento de la realidad
sin caer en la psicosis y nos dice: "El artista es, originariamente, un
hombre que se aparta de la realidad, porque no se resigna a aceptar la
renuncia a la satisfacción de los instintos por ella exigida en primer
término, y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos”.
Líbido narcisística devenida en objetal, el arte sería el
vehículo mediante el cual el artista saldría de su ensimismamiento, de
su tendencia natural al retraimiento y a la soledad.
El psicoanalista trabaja en una relación de amor transferencial.
Desde esos riquísimos orígenes Freud plantea la sublimación.
Sublimación, uno de los destinos de la pulsión más allá del cuerpo, es
un concepto límite entre el psicoanálisis y la creación. Lacan no está
de acuerdo, ni es posible la descarga completa de la pulsión (grado cero
de la satisfacción) ni es posible la sublimación completa, como pensaba
Freud que era posible en los grandes hombres, entre los que él se
encontraba, naturalmente. Tampoco la sublimación lacaniana acepta el
cambio de objeto y sí su cambio en la posición en la estructura del
fantasma. Igualmente Lacan nos recuerda la articulación de la
sublimación con la pulsión de muerte como "una voluntad de crear desde
cero”.
Lo que el artista piensa producir, el fenómeno estético, Jacques
Lacan lo va a identificar con la experiencia de lo bello, ubicando en
lo bello esa irradiación deslumbrante, que evoca el esplendor de lo
verdadero y dice que porque lo verdadero no es demasiado bonito de ver
que lo bello es, si no su esplendor, al menos su cobertura.
La noción de vacío, central en toda forma de creación, lo lleva a
Lacan a definir la pintura como aquello que se caracteriza por cierto
modo de organización de líneas, formas y perspectivas alrededor de un
vacío. Ese vacío será decisivo porque es de él que surgen las formas de
goce.
Otro tema importante es el de "hacerse un nombre” a través de
una obra puede suplir una carencia o forclusión del significante Nombre
del Padre, es decir carencia o ausencia en su función nominante y, al
mismo tiempo, determina un estar en el mundo y no solo en un mundo
delirante. Sinthòme es acto creador de una obra y del ser del sujeto. Es
suplir en la estructura, en lo real de la vida la función paterna:
nominarse (a veces crear el nombre y hacerlo reconocer), mostrar
-brindando a otros y brindándose- la posibilidad de reconocimiento del
mundo cultural y repetir éste movimiento una y otra vez.
La función de mostración es una función femenina, función que
encontramos en el creador y que indica también un cambio de posición
subjetiva en relación al Otro, ya que asume en la creación una posición
femenina, abandonando la suya, de ahí el nombre de ex-posición. Así
llamamos muestra o exposición a ese momento primero de desprendimiento
del objeto e inserción en la cultura, es decir, surgir como sujeto
deseante; crearse el nombre y hacerlo reconocer. Esto, advertido por
Lacan en el Seminario XI, sirve a Jacques-Alain Miller para distinguir
dos posiciones: la del artista y la del espectador. El artista pone,
coloca, su mirada en el objeto artístico. La operación de éste sobre ese
objeto, la pincelada del pintor sobre el cuadro, el encuadre del
realizador son depósitos de miradas como si fueran lluvia, miradas
arrojadas sobre el cuadro o la pantalla.
Francoise Dolto, psicoanalista francesa, (1908 -1988), quien
dedicó muchos años de su vida al psicoanálisis infantil dice que, en sus
dibujos, los niños trazan el retrato de su cuerpo imaginario, es decir,
cómo ellos se imaginan que son. Entonces durante las sesiones de
psicoanálisis, Dolto vio a miles de niños dibujar en su presencia
mientras les iba hablando. Poco a poco comprendió que lo que los niños
representaban era a sí mismos, y más precisamente, una imagen de su
cuerpo. Traspasemos esto mismo a la creación pictórica del artista, de
una manera más sofisticada por supuesto. Así pues, el cuerpo que aparece
en los dibujos o modelados del niño no es real, sino imaginario, del
que el niño no posee una conciencia clara, un cuerpo (persona) compuesto
no sólo de sensaciones, sino también de deseos conscientes e
inconscientes, satisfacciones, carencias, fantasmas, relaciones con
otros cuerpos.
"El arte es una de las cosas más necesarias en el mundo aunque no sabría decir para qué sirve.”
Decía Jean Cocteau. El artista comienza ya engañado, está
fascinado por el espacio ilusorio que la pintura le ofrece, esto se le
convierte en algo tan real que queda tomado por el mismo proceso que se
produce en el espacio y por su atravesamiento, queda captado por los
cambios que ese espacio le ofrece, por ejemplo el color, se empieza por
un azul y a medida que va transcurriendo el trabajo ya aparece el rojo,
eso es vivido como real, esa es la tragedia de la creación ... la cosa
es que uno va ahí a eso que se le presenta tal como es y esto que
aparece, no era así, podía haber sido de otra manera, es un modo de
tratar de aproximarse a lo verdadero y se escurre permanentemente.
¿Qué es toda esta inagotable obra? ¿...esos cuadros, esculturas,
grabados, collages, cerámicas, litografías, murales, tintas, dibujos? Un
poeta se interroga desde el lugar de la creación. Dice Borges: "¿Soy yo
esas cosas y las otras o son llaves secretas y arduas álgebras de lo
que no sabremos nunca?”. Lacan "contesta” en Las formaciones del
inconsciente refiriéndose a un final de análisis: "Ésto eres tú.” Pero
el creador, de eso, nada sabe. El producto del artista es su obra misma.
Tanto la creación artística como el psicoanálisis apuntan a un saber
hacer con la "nada”, trabajarla a fin de extraer una satisfacción que
haga la vida más soportable.
*Licenciado en Psicología, Psicoanalista, Profesor de Teatro y
Creatividad , Docente de la Cátedra de Comunicación en la Universidad de
Palermo (UP)
Tomado de: http://www.psi-elotro.com.ar/notas/2010/10_08_agosto/la_creatividad_como_misterio.html
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