J.M. Susperregui
Eugenio Recuenco
La fotografía que
tanta facilidad tiene para la producción de imágenes sin embargo
encontró muchas dificultades para encontrar su propio espacio entre las
artes visuales.
Frente a la experiencia de la pintura la fotografía se encontraba sin
argumentos para defenderse por diferentes motivos. El estilo figurativo
de la pintura ya cubría el espacio visual que ofertaba la fotografía,
la madurez de la pintura pesaba mucho sobre una actividad visual nueva,
y el automatismo en la formación de la imagen restaba valor artístico
ante la técnica de la pintura que requería muchos años de aprendizaje,
así como una gran destreza. El carácter múltiple de la imagen
fotográfica, que a partir de un negativo permite obtener tantos
positivos como queramos y todos ellos con el mismo rango artístico,
desmerecía frente a la imagen única de la pintura donde sólo se admite
un original, el resto son copias.
La fotografía encontró su propio espacio entre las artes visuales cuando fue capaz de crear símbolos a través de sus imágenes.
Como punto de partida comenzaremos con un fragmento de Roland Barthes
(1982:142) sobre los orígenes de la fotografía, asociado a la relación
entre la pintura y la fotografía:
"Suele decirse que fueron los pintores quienes inventaron la Fotografía (transmitiéndole el encuadre,
la perspectiva albertiniana y la óptica de la camera obscura). Yo
afirmo: no, fueron los químicos. Ya que el noema <<Esto ha
sido>> sólo fue posible el día que en una circunstancia
científica (el descubrimiento de la sensibilidad a la luz de los
haluros de plata) permitió captar e imprimir directamente los rayos
luminosos emitidos por un objeto iluminado de modo diverso”.
En
esta reflexión Barthes se inclina más, a la hora de definir la
fotografía, por la vertiente química de la fotografía porque valora
como más importante el factor químico, el registro de la imagen, que la
formación de la propia imagen que se realiza a través de la cámara que
es el factor físico de la fotografía.
Philippe Dubois (1986:55) también coincide con Barthes en la valoración
que hace de la fotografía sobre la importancia que tiene la fijación
de la huella luminosa, es decir, el factor químico:
"La imagen
fotográfica aparece de entrada, simple y únicamente como una huella
luminosa, más precisamente como el rastro, fijado sobre un soporte
bidimensional sensibilizado por cristales de halogenuro de plata, de
una variación de luz emitida o reflejada por fuentes situadas a
distancia en un espacio de tres dimensiones”.
Pero la fotografía es más compleja, salvo en los fotogramas donde el
factor químico es fundamental y casi exclusivo. En la vertiente física
es decir, en la cámara, está el comienzo de la formación de la imagen
fotográfica que sí tiene un estatuto específico, debido a su
luminosidad y calidad. La diferencia respecto de otras manifestaciones
visuales está en la formación simultánea de toda la imagen y en el alto
nivel de analogía, que alcanza el concepto de la copia o reproducción
perfecta del motivo que se fotografía, además de una capacidad de
producción superior.
Pero en lo relativo a las relaciones entre fotografía y pintura o
viceversa, tenemos que tener en cuenta otros factores como son los
antecedentes de la fotografía y su relación con experiencias anteriores
como la pintura, por ejemplo, la actitud de los fotógrafos en relación
al rechazo de la fotografía como manifestación artística por parte de
los académicos, la propia evolución de la fotografía y la tecnología
aplicada.
- La formación de la imagen a través de la cámara oscura -
Para referirnos al comienzo de la cámara oscura nos
tenemos que remontar a la Antigüedad, al siglo V antes de Cristo,
cuando el filósofo Aristóteles observó, durante un eclipse parcial,
cómo la imagen del sol se proyectaba en el suelo después de que los
rayos de luz hubieran
atravesado a través de un agujero que formaban las hojas de un árbol.
Este es el principio
fundamental de la cámara oscura, es decir, el hecho de que unos rayos
de luz atraviesen por un pequeño orificio proyectando la imagen de todo
lo que está de frente.
Más
tarde, el erudito árabe Alhazen, que hizo grandes aportaciones en
filosofía, matemáticas y óptica, describió también el fenómeno de la
cámara oscura en su obra"Opticae Thesaurus Alhazeni Arabis",
en el siglo XI. Pero quizá la mayor aportación tanto teórica como
práctica vino de la mano de Leonardo da Vinci que estudió la cámara
oscura y la describió, en sus apuntes, de la siguiente manera:
"Cuando las
imágenes de los objetos iluminados penetran por un pequeño agujero en
una habitación muy oscura, registra esas imágenes sobre un papel blanco
situado a cierta distancia del agujero; veréis cómo se dibujan en el
papel todos los objetos con sus propias formas y colores”
La
descripción de Leonardo da Vinci es una muestra clara de las
posibilidades intrínsecas de la cámara oscura para la obtención de
imágenes, que no se llevó a la práctica hasta finales del XVI, es
decir, un siglo después de que el filósofo, pintor y escultor Leon
Battista
Alberti inventara la teoría de la perspectiva
geométrica lineal basada, fundamentalmente, en la proyección de los
rayos de luz hasta coincidir en el vértice del cono o pirámide formado
por dichos rayos. El plano de la imagen corresponde a una sección
vertical del cono o pirámide visual.
Pero la descripción práctica más interesante de la cámara oscura la
hizo el físico Giovanni Della Porta en su libro Magiae Naturalis(1558) que consideró por primera vez a la cámara oscura como una herramienta auxiliar para el artista: "Si
no sabéis pintar, podéis utilizar esta cámara para dibujar el contorno
de las imágenes con un lápiz. A partir de ahí, sólo tenéis que aplicar
los colores. Eso se consigue proyectando la imagen sobre una mesa de
dibujo con un papel. Y para una persona habilidosa, el procedimiento resulta muy sencillo”
Este consejo de
Della Porta fue seguido por bastantes artistas, pintores y dibujantes, y
no por que no supieran pintar sino porque el resultado final mejoraba
con la intermediación de la cámara oscura. Así lo confirma Francesco
Algarotti (1764 : 64) cuando dice:
"Los mejores
pintores modernos italianos han aprovechado mucho de este dispositivo,
de otro modo no podrían haber representado las cosas como la vida misma
[…]Los pintores deberían usar la cámara oscura de la misma manera que
los naturistas y los astrónomos usan el microscopio y el telescopio,
pues todos esos instrumentos contribuyen por igual a hacer conocer y
representar la naturaleza”
Sobre la incidencia
de la cámara oscura en la producción artística resulta muy interesante
la investigación llevada a cabo por el artista, pintor y fotógrafo,
David Hockney (2001) para descubrir cómo los maestros de la pintura
lograban unas imágenes tan precisas. Hockney
parte del concepto de globoculación que
viene a definir el método que tienen los pintores para, primero,
visualizar la escena y, segundo, recrear el parecido sobre el lienzo,
es decir, a través de un proceso discontinuo y cuyas interrupciones
dejan una impronta en el lienzo.
Esta es la
referencia, la impronta de la discontinuidad en contraste con la de la
continuidad, que Hockney utiliza en sus observaciones que le han llevado
a descubrir que grandes maestros de la pintura también recurrieron a
la cámara oscura. Vermeer es un pintor que utilizó la cámara oscura en
algunas de sus composiciones porque un análisis detallado delata que la
composición fue observada a través de una lente.
En el cuadro de La lechera,
por ejemplo, Hockney (2001: 58) observa que la cesta del primer plano
está desenfocada en comparación con otra cesta que se encuentra más
alejada. Este efecto se debe a la
distorsión propia de toda lente que sólo es capaz de enfocar en tan sólo un plano a la vez.
Otras de las
observaciones de Hockney se refieren a la riqueza de los detalles de los
brocados, por ejemplo, cuya minuciosidad en la reproducción requiere
del apoyo de algún instrumento óptico como la cámara oscura, porque
con el método de la globoculación los
resultados no son tan precisos.
Otro instrumento
importante para la producción de imágenes fue la cámara lúcida también
conocida como la cámara clara, inventada por William Hyde Wollastin a
comienzos del siglo XIX. La cámara clara consiste en un brazo que
soporta un prisma a través del cual se refleja la imagen de la escena
sobre el papel, mirando a través del prisma el dibujante puede
visualizar simultáneamente la escena y su proyección sobre el papel. La
técnica de la cámara clara no siempre garantiza el éxito artístico
como es el caso de William Henry Fox Talbot, inventor del calotipo o
talbotipo, técnica que utilizaba por primera vez el negativo, lo que
contribuyó notablemente a la modernidad de la imagen fotográfica en
comparación con la pictórica, es decir, la imagen fotográfica múltiple
frente a la imagen única de la pintura. Precisamente como apunta Kemp
(1992 : 204) el fracaso de Talbot en el manejo de la cámara clara es lo
que le animó a aventurarse en la fijación química de las imágenes:
"Que el uso de la cámara clara no garantiza una
representación exitosa lo demuestran ampliamente los esfuerzos
confesadamente miserables de W.H. Fox Talbot. Si Talbot hubiera tenido
la habilidad de su amigo, o la de su mujer, Constance, quizás no habría
sentido la necesidad de fijar la imagen por medios químicos y, de esta
manera, inventar la fotografía”.
Ambos inventos, la
cámara oscura y la cámara clara sirvieron para que los artistas
estuvieran cada vez más cerca del cuadro o dibujo ideal, es decir, de
aquella imagen que reprodujera la naturaleza con una gran precisión.
Una vez conseguida la imagen perfecta ya
sólo faltaba la fijación de la imagen sin tener que
recurrir al pincel. La cámara oscura junto a la fijación de la imagen
fue una idea en la mente de muchos durante los primeros años del siglo
XIX, hasta que Nicephore Niepce lo consiguió por primera vez, dando
lugar a la
primera fotografía.
- El lápiz de la naturaleza: las primeras experiencias fotográficas -
Desde las primeras imágenes fotográficas se puede
detectar la influencia de la pintura, algo perfectamente comprensible
porque la pintura era la única referencia artística para los primeros
fotógrafos. Si la primera foto atribuida a su inventor Nicephore Niepce
es una vista desde su estudio, la segunda fotografía es un bodegón
titulado Mesa puesta, 1827, compuesto por los utensilios de
menaje a modo de imitación de los bodegones clásicos. Lo mismo ocurre
con la primera imagen de Daguerre obtenida aplicando su técnica de los
vapores de mercurio. Se trata de una composición, Interieur d’un cabinet de curiosités,
1837, resuelta a modo de bodegón compuesta por una placa en relieve,
varias mascarillas de ángeles, una imagen enmarcada y una cantimplora.
Al principio la fotografía consistía únicamente en su invento, es
decir, todo estaba por hacer y el fotógrafo se encontraba con la
angustia de qué fotografiar, qué motivos tenía que poner delante de la
cámara. Como decía antes, la influencia de la pintura es notable y las
primeras fotografías tuvieron como desafío superar la calidad de las
imágenes pictóricas.
Sobre la naturaleza artística de la fotografía hubo tantas adhesiones
como rechazos. Los primeros fotógrafos defendían la naturaleza
artística de sus imágenes pero no así muchos críticos y gran parte del
público, que entendían la fotografía como una producción mecánica y por
lo tanto fuera de los méritos artísticos. A veces la nitidez de la
fotografía se entendía como contrapuesto al estatuto artístico por lo
que el presidente de la Photographic Society de Londres, Sir
Charles Lock Eastlake, recomendaba que la fotografía quedara ligeramente
desenfocada. Este recurso técnico ha funcionado hasta nuestros días,
siendo muchos los fotógrafos que utilizan cualquier técnica para
suavizar el enfoque, bien desenfocando o bien poniendo filtros untados
en vaselina o gasas, para que la imagen fotográfica quede envuelta en
un halo que mejore su glamour. Es el caso del fotógrafo inglés David Hamilton que conoció muchos adeptos en los años 80 del siglo XX.
Pero por otro lado,
la nitidez también es uno de los puntos fuertes de la fotografía porque
en la nitidez o definición de la fotografía está la capacidad
informativa de esta técnica. El detalle que la pintura no ofrecía, salvo
que recurriera a las imágenes realizadas con la cámara oscura, la
fotografía lo aportaba con toda naturalidad pero no en toda su
superficie, porque el detalle fotográfico también depende directamente
del enfoque que es limitado, es decir, siempre hay un plano principal
de enfoque y a medida que nos alejamos de este plano el desenfoque va
en aumento hasta llegar a la imagen borrosa. Para conseguir que la
fotografía respondiera a la idea del fotógrafo, es decir, que la idea
quedara bajo el control del fotógrafo, se aplicó la técnica de la copia
por combinación. Esta técnica consistía en resolver una imagen por
medio de varios negativos que después se ensamblaban correctamente para
que la imagen positivada pareciera como una imagen total.
Un ejemplo de esta
concepción fotográfica es el fotógrafo Henry Peach Robinson cuyos
cánones eran fundamentalmente pictóricos como, por ejemplo, el cuadro The Swing del pintor Edward Goodall.
Edward Goodall. The Swing (El columpio)
Este cuadro está
compuesto por una escena bucólica formada por nueve niñas que observan
como se columpia una de ellas. En relación a esta imagen Peach Robinson
(1869) hizo el siguiente comentario:
"No quiero
afirmar que un tema con tantas dificultades como es el
<<Columpio>> de Goodall, por ejemplo, haya sido jamás hecho
en fotografía; pero no es tanto por culpa del arte como de los artistas
el que no se haya intentado hacer tal fotografía con éxito”.
La escena que
reproduce el cuadro de Goodall resultaba difícil reproducirla
fotográficamente porque la niña del columpio saldría movida con las
técnicas de la época,
que necesitaba varios segundos de exposición. Y este
era uno de los retos de los primeros fotógrafos: sino superar sí emular
a los pintores, produciendo imágenes similares.
Con la técnica de la
copia por combinación se podía dividir el conjunto de la escena entre
la parte
estática y la parte dinámica, para fotografiarlas en
tomas diferentes y después positivarlas perfectamente ensambladas.
Esta misma técnica fue aplicada por el fotógrafo sueco Oscar Gustave
Rejlander para realizar fotográficamente la alegoría titulada Las dos sendas de la vida, cuya imagen está dividida en dos partes: la parte del vicio en el lado izquierdo y la parte de la virtud en el derecho.
Oscar G. Rejlander: The Two Paths of Life, 1857.
Realizó un total de
30 negativos para fotografiar el escenario así como a los 24 componentes
del grupo de cómicos contratados para este trabajo.
La puesta en escena
es compleja porque cada figurante tiene una postura concreta, por lo
que la coordinación de
todas ellas en una misma toma de varios segundos
resultaba harto complicado por no decir imposible. En realidad se trata
de una fotocomposición de 24 figurantes pegados sobre un escenario que
también ha sido construido siguiendo la misma técnica.
El resultado tiene una estética más acorde con el arte dramático que con el pictórico, pero técnicamente bien resuelto.
Esta fotografía tuvo
mucha aceptación y participó en la Exposición Tesoros del Arte de
Manchester, en 1857, donde se exponían tanto obras pictóricas clásicas y
contemporáneas, junto a varios cientos de fotografías. Pero para
Rejlander la fotografía de Las dos sendas dela vida era, sobre todo, una demostración de la capacidad de la fotografía para servir como boceto para la creación pictórica.
Las fotografías de
Henry Peach Robinson son otro ejemplo de la técnica de la copia por
combinación. Su fotografía más conocida se titula Fading Away compuesta
por una joven agonizante junto a sus padres consternados. Para su
realización utilizó cinco negativos con cuyo ensamblaje se obtuvo una
escena natural. Esta fotografía fue rechazada por el público porque el
tema que trataba no se consideraba artístico, pero sin embargo sí fue
aceptada como una representación de la realidad porque se trataba de
una fotografía y no de una
pintura.
Henry P. Robinson. Fading Away
Fading Away es
un ejemplo de la autoridad que goza la fotografía para sustituir a la
realidad. Por el mero hecho de que una imagen tenga naturaleza
fotográfica sólo puede representar la realidad, quedando la ficción
para otro tipo de imágenes como la pictórica, por ejemplo. Pero además
de la autoridad que tiene la fotografía ligada a su propia naturaleza,
toda representación humana sigue el esquema de la muerte según Bailly
(2003 : 63), que es el tema representado en la fotografía de Robinson:
"La muerte, en
tanto que licencia definitiva, está presente en todo retrato, sea o no
funerario. Forma parte de la esencia del retrato estar ligado a la
muerte, al poder de lo que ha partido. Al fijar la imagen de lo que es o
de lo que era, el retrato sólo lo hace y sólo existe en cuanto que
acepta dejar huir al ser fuera de él.”
Esta idea expuesta
por Bailly de la relación con la muerte como esencia del retrato
explica por qué el público que rechazaba la fotografía de Robinson
acababa aceptándola.
A pesar de las coincidencias de la naturaleza fotográfica con las teorías positivistas que defendían el hecho como
la única realidad científica rechazando , a su vez, los ideales, lo
cierto es que la fotografía fue rechazada sistemáticamente como arte.
Este rechazo también
se debía al origen de los primeros fotógrafos, muchos
de ellos pintores fracasados que vieron en el invento de la fotografía
la posibilidad de erigirse en artistas, pero su
oportunismo no convenció porque la fotografía seguía
teniendo una componente mecánica que le restaba credibilidad artística.
La actitud del
pintor Eugène Delacroix fue totalmente distinta, es decir, acogió a la
fotografía con los brazos abiertos porque tuvo en cuenta sus
potencialidades para la observación. Fue un gran defensor de la técnica
del daguerrotipo por las informaciones que aportaba sobre el objeto
fotografiado, decía que el daguerrotipo equivalía a un espejo donde
aparecían muchos detalles que se omitían en los dibujos. Esta actitud
abierta hacia la
fotografía no supuso un cambio de su actitud
artística, es decir, no se dejó cegar por la fotografía porque partía
de unos principios muy sólidos sobre lo que era el arte. Valoraba el
arte como la comunicación del alma con el alma, mientras que el
daguerrotipo equivalía a un traductor perfecto para iniciar al artista
en los secretos de la naturaleza.
En esta relación de
la fotografía con el arte, a medida que aumentaba la experiencia
fotográfica y su presencia en la sociedad, también aumentó su
influencia. El impresionismo es un movimiento artístico educado por la
fotografía. Es decir, a través de la fotografía se observa un mundo
estático que tiene unas características muy especiales.
Debido a la lentitud
de las emulsiones las fotografías requerían de varios segundos de
exposición. En escenas de movimiento todo lo que transcurre durante la
exposición deja su huella, bien duplicando o alargando las figuras
dinámicas a modo de estela. Esta realidad
fotográfica interesó a los pintores impresionistas
que abandonaron el detalle para volcarse más en la composición. Esta
influencia se puede observar en algunos cuadros impresionistas que
recogen escenas de calles repletas de peatones representados en el
lienzo
por una simple mancha.
La fotografía
también tuvo influencia en la obra del pintor Edgar Degas a pesar de
que trató de ocultarlo. En su obra pictórica son muchas las
composiciones que nos recuerdan a las instantáneas fotográficas, es
decir, sus composiciones tienen la espontaneidad propia de las
instantáneas fotográficas. Un análisis detallado de
las bailarinas representadas en su obra Le pas battu, por
ejemplo, delata tanto por el encuadre como por la composición la
intermediación de una instantánea fotográfica que capta a la bailarina
en el aire.
Edgar Degas. Le pas battu
Este cuadro fue
creado en 1879, justo después de que Muybridge demostrara con su
secuencia del caballo al galope los errores que cometían los pintores
cuando representaban el movimiento. Antes de la demostración de
Muybridge, donde de manera objetiva se representan las posturas que
adquieren los caballos en movimiento, las pinturas de caballos siguen
el estilo denominado de galope volante, que representa a los
caballos con las patas extendidas. La obra de Degas es un claro ejemplo
de las influencias de la fotografía en la pintura y sirva como ejemplo
su dibujo Annie a medio galope (1887) donde las posturas del caballo coinciden con las imágenes de las secuencias fotográficas de Muybridge.
Edgar Degas. Annie a medio galope
Muybridge. El caballo en movimiento
-Fotografía directa: la imagen simbólica -
La ambivalencia de
la imagen fotográfica por sus relaciones con la pintura desapareció con
las nuevas vías de la expresión fotográfica. La tendencia más
interesante para la búsqueda y encuentro del perfil propiamente
fotográfico vino de la mano del movimiento denominadoFotografía directa, superando las dependencias del pictorialismo como indicó Hartmann (1911: 31):
"El ejército
pictorialista está dividido en dos frentes, uno de los cuales prefiere
temas y tratamiento a la manera de los pintores, y el segundo frente
procura abordar los niveles de los verdaderos temas y texturas de las
fotografías”
El impulsor de esta
nueva tendencia dentro de la fotografía pictorialista fue Alfred
Stieglitz, cuya carrera artística no sólo abarcó la producción
fotográfica sino también su análisis y difusión organizando exposiciones
y publicando revistas, destacando sobre todo la revistaCamera Work en cuyas páginas se redactó la primera historia de la fotografía, así como la evolución de la fotografía moderna.
Fue un claro
defensor de la cámara de bolsillo que estaba relegada a la fotografía de
aficionado mientras que los profesionales seguían utilizando las
voluminosas cámaras de estudio. La utilización de manera sistemática de
una cámara ligera cambió el punto de vista del fotógrafo porque podía
concentrarse más en el visor, es decir, en la imagen propiamente dicha.
Esta actitud está más
cerca de la fotografía de prensa que se fundamenta más en la visión
del momento que en la imagen preconcebida, refugiándose en la espera
paciente
hasta que confluye la composición y la luz adecuada.
El propio Stieglitz contaba que una de sus fotografías más conocidas Invierno en la Quinta Avenida fue fruto de una espera de tres horas durante una tormenta de invierno.
Alfred Stieglitz- Winter on Fifth Avenue- Nueva York,1893
A través de la
estética de la pintura y la escultura Stieglitz conoció la estética de
la fotografía, es decir, la importancia que dieron los pintores y
escultores a los materiales que utilizaban para sus creaciones fue
crucial para Stieglitz en su búsqueda de la estética
fotográfica. Al igual que los pintores y escultores
no trataban de disimular sus materiales, los fotógrafos vanguardistas
asimilaron el medio fotográfico aceptando sus propias cualidades y
texturas, es decir, aceptando la fotografía tal cual. En el ámbito de
la creatividad ocurrió algo semejante por medio del intercambio de
experiencias artísticas a través de las exposiciones de la vanguardia
europea en The Little Galleries of the Photo-Secession, donde
los fotógrafos pudieron observar los distintos ámbitos creativos en
función de la expresión física de la pintura y de la escultura,
principalmente. Para los artistas europeos la fotografía supuso la
liberación de los motivos figurativos, emprendiendo otros rumbos como
la abstracción y el cubismo, dejando la figuración como el ámbito
natural de la fotografía. Esta claridad en las propuestas artísticas
supuso para la fotografía una liberación porque ya no tenía que
asemejarse a otras artes como la pintura, por ejemplo, con
manipulaciones técnicas que disimularan su origen fotográfico.
Esta nueva
fotografía conocida como fotografía directa es el resultado de la
confianza del fotógrafo con el propio medio fotográfico. Con esta
actitud el fotógrafo resuelve sus imágenes teniendo en cuenta la
composición, las luces y las sombras, así como el buen gusto que
satisfaga la visión del fotógrafo, para captarla de inmediato y
directamente en un negativo que no requiere de ninguna manipulación
para revelar la imagen final. En este proceso creativo la
interpretación por parte del fotógrafo resulta crucial.
La fotografía directa
divide la fotografía en dos partes, por un lado la técnica como una
necesidad irrenunciable y, por otro lado, la consideración artística
que corresponde al fotógrafo.
Alfred Stiegliz es
la referencia de la fotografía directa y resolvió su estética con
exposiciones breves, generalmente en escenarios exteriores y
manteniendo una relación sosegada con los modelos, partiendo de una
idea genérica que se definía en el último instante.
Para Stieglitz el
arte de la fotografía era una filosofía que determinaba una manera de
ver la verdad del arte. Esta manera de ver determinaba una manera de
actuar en consonancia con los objetos y las personas fotografiadas, así
como con los medios que utilizaban en la expresión.
Para Stieglitz lo
importante de una imagen consistía en perpetuar un instante, en
registrar una escena para que los espectadores pudieran revivir ese
momento, que lo denominaba el equivalente de los expresado
fotográficamente.
La importancia de la
forma en estas fotografías era relativa porque la forma adquiere su
plenitud solamente cuando es capaz de expresar un equivalente exterior
de lo que fue en ese momento. El simbolismo como referencia de toda una
generación de artistas sirvió para
cambiar los postulados de las artes visuales, es
decir, el motivo fundamental del arte no es la reproducción de la
naturaleza sino provocar la imaginación.
Este postulado apostó por la expresión de la emoción más que por la descripción objetiva de la realidad, insistiendo en la
abstracción como vehículo de la emoción.
Stieglitz reflexionó
mucho y llegó a considerar el arte abstracto como el verdadero medio
de expresión, apoyándose en la experiencia de la música que siendo
abstracta por naturaleza resulta altamente emotiva. Al igual que
nuestros oídos reaccionan a los sonidos
abstractos de la música Stieglitz creía que los ojos
también pueden reaccionar por la pintura pero dudaba de la capacidad
reactiva de la fotografía, porque a diferencia de la subjetividad del
pintor a la hora de manifestar sus imágenes el fotógrafo está limitado
por la realidad objetiva de las formas.
Dentro del proceso
fotográfico Stieglitz consideraba que el espectador tiene una
importancia capital, porque es el sujeto receptor de las imágenes. La
fotografía no está limitada por los márgenes del encuadre, es algo más.
Con su teoría de los equivalencias trata de restituir a la fotografía
una nueva dimensión, la humana, manifestada a través de la
interpretación, de los estímulos y de las emociones que provoca en el
alma del espectador.
Con esta teoría la
fotografía adquiere una dimensión infinita que comienza con la propia
mirada del fotógrafo, como primer espectador de la escena seleccionada a
través de la cámara fotográfica y que continúa hasta llegar al sentido
visual del destinatario o espectador común. Con el espectador común
comienza una segunda etapa de dimensiones infinitas por la variedad de
emociones que puede provocar una misma fotografía entre los distintos
espectadores.
Alfred Stieglitz. Equivalent, 1930
La teoría de las
equivalencias transforma el concepto de la fotografía porque además de
ser una forma de representación también es una función. Sobre el sentido
de las equivalencias se ha especulado mucho pero quien aporta una
interpretación aclaratoria de este concepto
es el fotógrafo y ensayista Minor White (1963 : 17) que divide la
equivalencia en tres niveles distintos pero correlativos:
"A un nivel, el
nivel gráfico, la palabra equivalencia pertenece a la fotografía misma,
a los fundamentos visibles de cualquier experiencia visual potencial
mediante la fotografía misma. En el nivel siguiente la palabra
equivalencia se relaciona con aquélla que sucede en la mente del
espectador cuando mira una fotografía que le produce un especial
sentido de correspondencia con algo que él sabe de sí mismo.
En un tercer nivel la palabra equivalencia se refiere a la experiencia
interior de una persona cuando recuerda la imagen mental sin tener la
fotografía a la vista”
Para este ensayista y
fotógrafo la equivalencia se puede interpretar como un sexto sentido
del fotógrafo como consecuencia del desarrollo y perfección de su
trabajo. La equivalencia es la idea madura de la fotografía para la
creación de imágenes, que tiene una gran versatilidad para manifestarse
en cualquier lugar y en cualquier momento. Si hay alguna
correspondencia entre el espectador y la imagen, es decir, si la
fotografía refleja algo que tiene sentido para él es cuando la
experiencia fotográfica tiene un grado de equivalencia.
En el primer nivel
de la equivalencia fotográfica la imagen actúa como un símbolo que
supera a la propia imagen, por lo que una imagen que provoca una
equivalencia es un registro de lo que capta y también un símbolo
espontáneo que generan una sugestión en el
espectador con un sentimiento concreto. En el segundo
nivel, la equivalencia también actúa en la mente del espectador de la
siguiente manera:
Fotografía + Espectador = Imagen Mental.
Esta ecuación hay que interpretarla en su doble dirección, es decir, la
equivalencia es una reacción ambivalente porque los tres elementos que
la componen: Fotografía, Espectador e Imagen Mental son
imprescindibles para que se produzca la equivalencia.
El tercer nivel de
la equivalencia corresponde a la imagen mnemotécnica. Este tercer nivel
es el más subjetivo de los tres porque es el más disperso ya que cada
individuo reacciona en función de su universo particular.
El ámbito de las
equivalencias es mucho más amplio de lo que pueda parecer a simple
vista, sobre todo en los registros de la naturaleza existe un catálogo
de motivos que pueden provocar un sin fin de emociones.
Cuando lo que se
fotografía se refleja de forma ambigua el cambio de apariencia facilita
los intereses del fotógrafo porque el nivel de la equivalencia está
más presente. El concepto de la equivalencia resulta bastante difícil
de definir pero
buscando un símil podríamos decir que la equivalencia
es a la visión fotográfica como lo poético es para la creatividad
literaria.
Este nuevo estilo
fotográfico fue continuado por los discípulos de Stieglitz y,
finalmente, fue asimilado por un gran número de fotógrafos que hicieron
de la fotografía un medio de expresión independiente de otras
expresiones plásticas, de manera que la fotografía
adquirió su propia imagen.
BIBLIOGRAFIA
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BARTHES, Roland, La cámara lúcida, Barcelona, Gustavo Gili, 1982, p. 142
BAILLY, Jean-Chistopher, Primeros retratos, últimos retratos. En A.A.V.V., La Vista y la Visión, Valencia, Bancaja-IVAM, 2003, p. 63
DUBOIS, Philippe, El acto fotográfico. De la Representación a la Recepción, Barcelona, Paidós Comunicación, 1986, p. 55
HARTMANN, Sadakichi, What remains, Camera Work nº 30, Nueva York, 1911, p. 31
HOCKNEY, David, El conocimiento secreto. El redescubrimiento de las técnicas perdidas de los grandes maestros, Barcelona, Destino, 2001
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ROBINSON, Henry P., Pictorial Effect in Photography, Piper & Carter, Londres, 1869.
FONTCUBERTA, Joan, Estética Fotográfica, Barcelona, Blume, 1984, p. 46
WHITE, Minor, Equivalence. The perennial trend, Revista P.S.A. Journal, 1963, Vol. 29, nº 7, p.17
* José Manuel
Susperregui es español, licenciado en Ciencias de la Imagen por la
Universidad Complutense de Madrid, es doctor en Ciencias de la
Información y profesor de la Facultad de Ciencias sociales y de la
Comunicación de la Universidad del País Vasco. Entre
sus publicaciones sobre la fotografía se pueden destacar los títulos
'Fundamentos de la fotografía'. 'Fotografía profesional', "La cámara de
gran formato" y "Colores del mar", así como varios artículos
publicados en revistas especializadas.
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FUENTES:
Texto:Binaria – Revista de comunicación, cultura y tecnología - Universidad Europea deMadrid www.uem.es/binaria/firma_invitada/archivos_firma_invitada/j_m_susperregui.pdf
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