María Virginia Jaua
Van Gogh Starry Night Over the Rhone
Dicen que cuando Catalina de Médicis –esa reina aficionada a las
artes y a las ciencias, célebre por su trabajo como mediadora en el
umbral de una de las más cruentas masacres religiosas– supo por
intermediación de su astrólogo, que moriría junto a San Germán, mudó la
residencia real del Louvre y se hizo construir un palacio cerca de allí,
pero alejada de la basílica gótica dedicada al santo de Auxerre,
impulsada por el humano anhelo del durar…
De ese palacio hoy sólo queda una torre, un observatorio astronómico
olvidado y oculto, al que ya nadie se le ocurre visitar: no se encuentra
entre las principales atracciones de la ciudad Luz y no funciona para
lo que inicialmente fue construido: contemplar la noche ver más allá.
Hoy esa torre en la que antiguamente se asomaba a mirar el cielo
estrellado una de las reinas más célebres de Francia, a la que algunos
creían bruja, hoy sólo sirve de base para unas cámaras de vigilancia que
apuntan a la boca de unas escaleras mecánicas que conducen de ida y
vuelta a los cinéfilos a alguna de las numerosas salas oscuras bajo
tierra, y por qué no, también a los vagabundos y clochards que gravitan en las inmediaciones.
Habrá quien piense que la nobleza de la torre erigida como
observatorio se ha venido abajo con el progresivo abandono de los
amantes de la ciencia y su posterior uso como base para cámaras de
vigilancia. Sin embargo, recordemos una máxima hermética "como es arriba
es abajo, como es abajo es arriba obra de las maravillas del uno” o del
todo; o qué más da mirar para arriba o mirar para abajo, si lo que
importa es mirar. O si se prefiere: el ser humano extiende y
multiplica en todos los sentidos los dispositivos de la visión: en
nuestro mundo actual parece que no todo piensa, pero todo ve… pero es
que al final, en el final, a pesar de todo: todo piensa y todo ve.
Más allá del indudable valor histórico y estético: la torre conserva
el misterio, su abandono resulta comprensible. Ya que en la actualidad
existen potentísimos telescopios, en muchos puntos de nuestro planeta e
incluso fuera de él, dedicados a la tarea de escudriñar los rincones más
alejados en la inmensidad del cosmos. Sabemos que ahora mismo, muchos
de esos telescopios apuntan hacia un lugar del universo, hacia una
galaxia más o menos cercana, en el que una estrella supernova está a
punto de morir.
Esos ojos ávidos, múltiples y potenciados por el avance de la
tecnología, buscan captar el instante de la muerte de una estrella,
arrancarle -en el momento en que ésta expire su último aliento-, el
secreto de un saber.
Los científicos han descubierto que el morir de una supernova difiere
del de una estrella común, la cual poco a poco va extinguiéndose;
mientras que al contrario las estrellas supermasivas ofrecen toda su
luz, toda su materia, toda su energía en el instante de la muerte, que
sucede acompañada por una impresionante explosión, que además da origen a
otras constelaciones de planetas y estrellas. Eso ha dado a las
científicos otra certeza: el universo crece.
Es así que la muerte anunciada de esa estrella masiva provocará el
nacimiento -en no se sabe cuántos miles de años- de muchos otros
planetas como el nuestro y expulsará de sí los elementos necesarios para
que eso que llamamos "vida” eventualmente surja. Es decir de sí misma,
la estrella será superviviente como polvo y cenizas. Lo sabemos porque
nosotros mismos estamos hechos de los residuos de una supernova muerta.
El hierro de la sangre que corre por nuestras venas, el calcio y el zinc
que forma parte de nuestra composición proviene de una estrella que
–curiosamente- al igual que un ser humano cumplió un ciclo: nació,
creció y murió, y sólo que hasta mucho tiempo después se reprodujo...
De esa constatación surge otra: somos la huella de una muerte, polvo y
cenizas de algo que alguna vez brilló y volverá a brillar. Quizás sin
saberlo los astrofísicos que ahora apuntan sus telescopios parten de una
intuición filosófica: "Vivir, por definición, no se aprende. Ni de uno
mismo ni de la vida por la vida. Sólo del otro y por la muerte.” Porque
querámoslo o no, la ceniza habla...
Si lo de arriba es como lo de abajo y lo de abajo como lo de arriba,
todo en el cosmos aguarda el instante de la muerte y "sabe” que en la de
una estrella también subyace "la oscura e incierta experiencia de la
herencia” o lo que es lo mismo, ahí reside la supervivencia y la
impronta de la huella que al final no es otra cosa sino la experiencia
del duelo.
La herencia es también un camino de ida y vuelta, entre el pasado que
supone "lo que se hereda” y el futuro –desconocido y promisorio- de
aquél posible e incierto heredero: otro de los nombres del duelo y del
portador de la ausencia.
Pero, ¿Quién heredará? ¿Habrá acaso heredederos? ¿Qué se hereda?
¿Somos concientes y responsables de nuestra herencia? Son algunas de las
preguntas que nos hacemos ahora que todos nuestros ojos apuntan a la
explosión de una estrella supernova que eclosionará en miles de millones
de partículas y de la que esperamos con ansia una parte de su "legado":
la imagen de su eclosión.
No podemos saberlo con certeza, quizás a lo sumo aventurar alguna
imagen fatalista o de promesa como las que a menudo se proyectan en las
profundidades de una sala de cine y nos deleita consumir. Sin embargo,
lo que sí podemos hacer es asumir nuestra forzada condición "intermedia”
como herederos y legatarios, e implicarnos en la pregunta y en la obra
"¿De qué cenizas estará hecho el mañana?"
* * *
Ah! para quienes no lo sepan: Catalina de Medicis como cualquier
mortal sucumbió, a pesar de su reputación de bruja y a la intensa
relación que mantuvo con las artes y con la ciencias… que incluso le
llevó a ser la protectora de Nostradamus. Según la leyenda anticipó el
momento de su final al escuchar el "nombre" y como un sol ordinario
cerró los ojos y se extinguió. No nos importa aquí la obviedad de su
finitud, sino que en el último instante, parece que encendió la luz y
despojada del miedo asistió la escena de su propia muerte. http://salonkritik.net/10-11/2011/09/vida_y_muerte_de_las_estrellas.php#more
|