o Nietzsche se consigue un "modem"
Arthur Kroker y Michael Weinstein.
¿Por qué sentir nostalgia? El antiguo modelo de cuerpo estaba
bien, pero el cuerpo cableado con su micro-carne, sus puertos de canales
multi-media, sus dedos cibernéticos, y su espumoso neuro-cerebro
sutilmente conectado al "sistema operativo estándar" de Internet
es infinitamente mejor. Realmente no es el cuerpo cableado de la ciencia
ficción con su aire de diseñador mutante, ni tampoco la carne
del cuerpo con sus fantasmales recuerdos de la filosofía del siglo
diecinueve, sino el cuerpo hiperenlazado como ambos: un sistema nervioso
de cables incrustado en carne viva.
¿Un cuerpo hiperenlazado en carne viva? Ese es nuestro futuro
telemático, y no es necesariamente tan inhóspito. La tecnología
siempre ha sido nuestro ambiente protector: no una naturaleza de segundo
orden sino una naturaleza primaria para el cuerpo del siglo veintiuno.
Al final, la clase virtual es anticuada. Se ajusta a una antigua forma
histórica de capitalismo y en su nombre pretende cerrar las posibilidades
creativas de internet. La carne viva se rebela contra la clase virtual,
no quiere estar unida a través de modems y cajas negras de sofware
externo, pero en realidad quiere estar en Internet. La clase virtual quiere
apropiarse de las tecnologías que están surgiendo para tener
el poder político sobre el ciberespacio, quiere arrastrar a la tecnotopía,
de nuevo, a la primitiva edad de la política del capitalismo depredador.
Pero la carne viva desea algo muy diferente. A diferencia del rechazo (típicamente
europeo) de tecnotopía en favor de un movimiento nostálgico
recientemente surgido bajo el lema de "vuelta al vinilo" en música,
o"vuelta al lápiz" en literatura, nuestra carne cableada quiere
instalarse decididamente en la era de la tecnotopía. Operando a
través de la estrategia estética de la completa identificación
con el objeto temido y deseado, el cuerpo hiperenlazado insiste en que
la nuestra es todavía la era del post-capitalismo e incluso de la
post-tecnología. Tomando la intención de virtualidad con
seriedad, demanda sus derechos telemáticos a ser un cuerpo enlazado
y en funcionamiento: ser un pensador multimedia, recomponer los puertos
de entrada de datos en su cibercarne mientras navega por Internet,
para crear visiones estéticas que equivalgan a las virtualidades
puras encontradas en cualquier lugar de la superautopista digital actual,
y para convertirse en los datos que muestran ese punto de implosión
en el que finalmente el cuerpo se libera del mito de la cultura cableada
que lo sometía, para convertirse en inalámbrico.
¿El cuerpo inalámbrico? Es el cuerpo vacío que
flota a la deriva en los escombros de tecnotopía: carne encriptada
en un mar de datos. El sucesor perfecto en evolución de la carne
del siglo veinte, el cuerpo sin cables fusiona la velocidad del cambio
virtualizando su estructura celular. Sus información genética
es directamente transferida para convertise en carne conectada, para una
mejor navegación a través de las multitudes traidoras de
la galaxia electrónica. No un cuerpo sin memoria o sentimientos
sino todo lo contrario. El cuerpo sin cables es el terreno de batalla de
los principales conflictos éticos y políticos de finales
del siglo veinte y principios del veintiuno.
Tal vez el cuerpo sin cables tan sólo sea un depósito
de datos en blanco, un disco duro en que todos los residuos brillantes
de tecnotopía se mezclan en nuevas formas de combinación.
En este caso el cuerpo sin cables sería un chip indefinidamente
reprogramable: carne microsoft cuyo "standard operating system"
de la nueva era electrónica, proveniente de alguna serie de TV,
se da la vuelta en el cuerpo orgánico y es conectado a un carne
residual.
Pero el cuerpo sin cables podría ser, y ya es, algo muy diferente.
No el cuerpo como una red orgánica para mostrar con pasividad todos
los bytes a la deriva de la cultura, sino el cuerpo sin cables como un
lugar teórico y político altamente cargado: un campo en movimiento
de concurso estético para reprogramar el imperio galáctico
de tecnotopía. La cibercarne puede hablar con tanta confianza
sobre la posibilidad de la democracia multimedia, del sexo sin ocultación
y de las ciberrelaciones integradas porque ya ha llegado a la otra parte
de technotopía: al punto de brillante disolución donde la
red cobra vida y comienza a hablar en el idioma de los cuerpos sin cables
en un mundo sin cables.
Ya hay muchos cuerpos sin cables en Internet: muchos viajeros de datos
en la autopista virtual se las han apañado para, pese al peso del
capitalismo depredador de la clase virtual e incluso los prejuicios humanistas
más pesados contra la carne libre, hacer de internet un lugar agradable
para la fusión de las olas de partículas de todos los datos
históricos en un nuevo tipo de cuerpo: cuerpos hiperenlazados que
circulan saludando en la red, en el espacio electrónico.
Al rechazar ser carne vendida por la clase virtual, el cuerpo hiperenlazado
desvía la virtualidad hacia sus propósitos. Aquí la
voluntad de virtualidad deja de ser unidimensional para convertirse en
un proceso doble, horrible aunque creativo, espacial aunque memorial, en
un juego violento como el cuerpo hiperenlazado. Siempre esquizoide aunque
completamente integrado, el cuerpo hiperenlazado engulle su modem, corta
sus conexiones de cables con la autopista de la información y se
convierte en su propio sistema operativo software, combinando y silenciando
la tormenta de datos circundantes en nuevas virtualidades. ¿Y porqué
no? La carne humana no existiría más sino como un corte en
el mundo sin cables. Rechaza entonces la nostalgia del pasado superado
de la carne permanente e hiperconduce tu camino hacia el cuerpo del (world
wide) web: el cuerpo que verdaderamente baila sobre sus propios órganos
de datos, ve con pantallas gráficas de multi-media, hace nuevos
buenos tele-amigos en el MOO, escribe poesía electrónica
en los límites difusos del video, sonido y texto integrados, e insiste
en atravesar el tedioso mundo de las divisiones binarias para avanzar hacia
nuevas cibermatemáticas. De ese modo, el cuerpo hiperenlazado es
el pionero de un nuevo mundo de políticas multimedia, economías
fractalizadas, personalidades fabricadas y relaciones interconectadas (cibernéticamente).
Después de todo, ¿por qué la clase virtual habría
de monopolizar la realidad digital? Sólo pretende suprimir las posibilidades
creativas de la virtualización, favoreciendo en cambio las tendencias
de tecnotopía hacia nuevas y más viciosas formas de ciber-autoritarismo.
La clase virtual sólo quiere subordinar la realidad digital a los
designios del capitalismo. El cuerpo hiperenlazado responde al desafío
de la virtualización haciéndose a sí mismo un doble
monstruoso: virtualidad pura / carne pura. Consecuentemente, nuestro futuro
telemático será o el cuerpo inalámbrico instalado
en la red como un chip de secuencias microprogramado por la clase virtual
para sus objetivos de máxima productividad, o el cuerpo sin cables
como exploración en los límites de la subjetividad crítica
en el siglo veintiuno. Si la clase virtual es la sucesora post-histórica
de la antigua burguesía del primitivo capitalismo, entonces el cuerpo
hiperenlazado es el equivalente en internet de la comuna parisina: anarquista,
utópica y en continua revuelta contra la supresión de las
posibilidades tele-humanas generales de la red en favor de intereses específicos
(monetarios) de la clase virtual. La clase virtual es el interés
particular que debe ser superado por el cuerpo hiperenlazado si se quiere
que la red respete una ética dulce.
¿Ética dulce? Nietzsche tiene ahora un módem y
está reescribiendo las últimas páginas de "La voluntad
de Poder" como "La Voluntad de lo Virtual". Como santo patrón del
cuerpo hiperenlazado, Nietzsche es un dato sin sentido para la superficie
lisa y uniforme de la clase virtual. de: http://aleph-arts.org/pens/index.htm
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