Dr. Ramón Almela
¿Es la belleza una categoría estable, concepto universal, o es variable según las tendencias dominantes de cada época? El
sentido común asienta la creencia en un concepto absoluto de belleza,
relacionado con lo armonioso y proporcionado. Estos conceptos provienen
de la civilización griega donde lo bello fue un atributo de Eros,
divinidad portadora de vida. Freud resaltaría el vínculo entre el
deseo, la belleza y la muerte como atributos del objeto sexual. La
estética se esforzó en analizar el tema de la belleza alternando entre
el objetivismo y el subjetivismo. Mientras unos centran la belleza en
las cualidades del objeto, los otros lo hacen en la reacción del
sujeto. Baudelaire ya dijo que "cada edad y cada gente tiene su propia
forma de belleza". La solución intermedia de Kant fue de gran
influencia en la cultura occidental: El relacionismo, que enfatiza la
relación del objeto con el sujeto, aborda la belleza diferenciándola de
lo agradable y lo bueno. La belleza en Kant, desde el juicio del gusto,
se considera desinteresada, universal, y con finalidad en sí misma -que
estimularía la idea del formalismo- (La belleza de la obra radica en la
propia forma). Por más de cuatro siglos, la idea de "hacerlo
hermoso" ha sido la base de nuestra cultura. Las imágenes eran el medio
entre el creador y el espectador atravesando las instituciones de la
Iglesia y el Estado. En la modernidad, la relación de la belleza con
las formas sensibles se desconecta de los modelos ideológicos impuestos
extendiéndose, hacia finales del siglo XX, un descrédito del uso de la
belleza en las producciones artísticas así como un rechazo al uso del
concepto en la Estética y como medida del arte. La "muerte de la
belleza" en los tiempos modernos es resultado de la crisis histórica de
la existencia de un principio estético uniforme propugnando la
fragmentación cultural con la diversidad de las representaciones
humanas. Lo opuesto a la belleza, la fealdad, supuso la amenaza al
poder y a las instituciones actuando el arte como un instrumento
político. Nietzsche postulando lo dionisíaco en el arte dijo "La
fealdad es la manera de considerar las cosas con la voluntad de dar un
sentido, un nuevo sentido en lo que había perdido el sentido". La idea
de lo feo ya es destacada desde 1795 por Friedrich Schelegel como
ingrediente típico del arte moderno. La fealdad, lo amorfo y lo
grotesco han llegado a ser fascinantes. Tatarkiewicz afirma que "La
fealdad es estética, y es a veces tan fuerte como la reacción a la
belleza". Afirma Remo Bodei en "La forma de lo Bello" el deslizamiento
en la acepción de la palabra feo hacia algo aceptable: "La erosión de
los ideales clásicos de belleza conduce a una subversión absoluta de
los papeles: Lo feo se convierte en lo auténticamente bello". En
la actualidad se asiste a una reaparición de la belleza en el arte. La
belleza empieza a importar a críticos y artistas desde finales del
siglo XX. "El tema de los Noventa será la belleza" decía en 1995 el
curador de la Bienal del Museo Whitney en Nueva York. En 1996 un
afamado crítico del Village Voice sostenía "La belleza regresa: Una
pisoteada estética florece otra vez". Y en 1998, una antología de
escritos de críticos y artistas "Uncontrollable Beauty: Toward a New
Aesthectics" (Publicada recientemente su traducción en España) hacen
que un término abandonado se refuerce con nuevo prestigio. En el 2000,
la belleza se comentaba como objetivo conscientemente buscado en el
arte británico. Había quien se declaró incluso "Terrorista de belleza". Pero,
¿Qué es lo que ocurre? ¿Cómo importa la belleza ahora? Cuando ya se
había definido la belleza como algo plural, relativo y variable,
dejándola de lado como tema importante, es recuperada por la filosofía
del arte por un lado y los artistas por otro. Incluso regresa marcada
de rasgos tradicionales. Elain Scarry en su libro "On beauty" (1999)
procede a una revisión de las atribuciones erradas de la belleza y la
incoherencia de los argumentos políticos contra la belleza propugnando
la revitalización de conceptos de universalismo kantiano e ideas
platónicas de la belleza sosteniendo que impulsa el deseo por la verdad
y la bondad. Un artículo en el New York Times en Marzo 2002, "La más
seductora ecuación en ciencia: Belleza igual a verdad", postula el
paralelo de verdad con la belleza. Además, la idea de belleza en
la actualidad está enraizada en un aspecto de la teoría de Kant que se
mantiene válido: La belleza es una propiedad contextual profundamente
conectada con creencias y actitudes morales del sujeto. También, otra
cuestión abordada por Kant ilumina la situación actual de la Belleza:
Separó los conceptos entremezclados de La Belleza y de Lo Sublime.
Aunque ambos detonan un placer, lo estimulan de manera diferente,
identificándolos como placer positivo y placer negativo. La belleza es
lo femenino, el día, y lo sublime es lo masculino, la noche. La belleza
impulsa la vida, lo sublime satisface la imaginación. Lo sublime surge
como el extremo de lo bello, su muerte. La práctica postmoderna
desterró la belleza, enfatizando en el arte la tecnología, el
capitalismo y lo sublime como elementos interrelacionados. Con la
recuperación de la belleza en la actualidad se distingue una oscilación
entre la belleza y lo sublime en recurrencia cíclica de la tradición
occidental manifiestada paralelamente con la alternancia de las
tradiciones Judeo-Cristiana que postula los universales y la certeza
(La belleza), y la Greco-Romana con su tendencia escéptica y de duda
(Lo Sublime). Esta situación de contradicción interna debe
resolverse buscando una salida en forma de síntesis en otro plano que
abrirá el camino de un movimiento hacia un nuevo futuro. Se detecta ya
en núcleos intelectuales que aquellos paradigmas como el
post-modernismo están en entredicho pues no puede sostenerse por mucho
tiempo la tendencia a dilatar el presente y cancelar el futuro. El arte
parece llamado a ser la punta de este iceberg caótico e incomprensible
en el que la ansiedad de la humanidad se mueve con la utopía como motor
de rebeldía. Y junto a la utopía, el romanticismo, categoría
historiográfica convertida en descripción psicológica, está impregnando
la dimensión de las artes y la tecnología (tecno-romanticismo). La
ironía romántica aflora empujando lo individual, lo fantástico, lo
sentimental, el amor, y la belleza. ¿Podrá ser la belleza todavía un
instrumento que fuerce el cambio en esta civilización? Quizás no. Pero
estamos más al comienzo de algo que en el final, al igual que los
post-impresionistas estuvieron en ese "fin de siglo" hace un siglo. La
práctica artística en la acción creadora y comunicativa de la red de
internet, como sostiene José Luis Brea, "tenderá a desarrollar
dispositivos de interacción social capaces de inducir entre los
ciudadanos modos de comunicación directa, no mediada por el interés de
las industrias o los aparatos del Estado". Si, como decía antes, en
tiempos premodernos la "muerte de la Belleza" fue la liberación de la
representación controlada por la Iglesia y el Estado, hoy esta belleza,
de nuevo reivindicada por el arte y la estética, buscará una salida a
través del ámbito de las nuevas tecnologías cibernéticas y
comunicativas en la "era postmedia" en un renovado espacio de
representación. 1 Ramón Almela - Doctor en Artes Visuales, Universidad Complutense de Madrid Profesor del Departamento de Arquitectura de la Universidad de las Américas. Puebla, México
Tomado de: http://www.observacionesfilosoficas.net/elregresodelabelleza.htm
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