Hacia la Construcción de Mundos Posibles en Nuevas Metáforas Conceptuales.
Por: Jesús Galindo Cáceres
Cibersociedad. Lo social en otro tiempo-espacio perceptual
Metáforas perceptuales, acciones y relaciones La
sociedad está ahí, nos rodea; es nuestro día a día, lo común, lo
evidente, lo seguro, lo cierto. Por una parte es lo que siempre rodea
nuestra acción, lo que constituye las situaciones en que actuamos,
sus contextos. Y por tanto es segura, previsible, se explora y se va
conociendo cada vez mejor. Y por otra parte es el umbral de lo
desconocido, de lo amenazante, de lo peligroso. Mientras no tenemos
un dominio ecológico completo algo nos puede pasar, algo nos puede
dañar. Pero resulta que es muy poco probable que alguien tenga en
algun momento un total dominio ecológico, y al momento siguiente lo
pueda mantener. Lo social es entonces un marco constante de un claro
obscuro de luz y sombra. La garantía para la incertidumbre
de lo social es que mañana al levantarme todo el mundo siga ahí y
sea el mismo. Es decir, que no cambie, que no se mueva. Y por
supuesto una de las claves para que eso suceda es que yo tampoco
cambie, que sea el mismo. El exterior y el interior están entonces en
un aparente equilibrio estático. Lo que sabía del mundo ayer es lo
mismo que necesito saber para el mundo de hoy, y por tanto basta que
conozca el mundo una vez y eso me servirá para siempre, para siempre,
para siempre. La sociedad texto es una configuración fija
de representaciones sobre el mundo de las relaciones entre los seres
vivos parlantes y creadores de posibilidades. Esa es la paradoja, un
mundo construido para inhibir la imaginación y la construcción de lo
posible. Pero así puede ser y funciona. El libro es la mejor
metáfora de la sociedad texto. Siempre el mismo, idéntico a sí mismo
día a día, año tras año, permanente mientras no se desintegre.
Pero con una condición. El libro eterno requiere una lectura eterna.
Es decir, tanto texto como lectura deben ser estables y fijas por
siempre, que la mente tome la imagen del cristal, siempre limpio y
puro, inmóvil y confiable. Y una sociedad fue construida, levantada
sobre la metáfora de la inmovilidad. Y la energía fue invertida en
que así fuera y esa sociedad pareció perpetuarse en el tiempo,
anularlo por completo, vencerlo. Pero no, el mundo cambió y lo eterno
humano se desmoronó y desapareció, o casi. Otra
sociedad apareció; el texto permaneció como figura que obliga, que
ordena, que organiza, pero la lectura se liberó. Otro mundo emergió
de las posibilidades de interpretar, de significar. El control sobre
la mente se mantuvo gracias a la textualidad como imagen de la
disciplina que permite avanzar. La gramática ocupó el lugar del texto
para leer y ser leído. En principio cualquiera que tuviera acceso a
las normas de construcción podría leer lo armado a partir de ellas, y
podría escribir. Pero no fue así, muchos tuvieron la oportunidad de
leer, pero pocos tuvieron la oportunidad de escribir y de ser leídos.
El control sobre el texto garantizó aún cierto control, más sutil,
con menos gasto energético, con mayores posibilidades de manejo de la
apariencia de la nueva libertad gramatológica. La
metáfora de la gramática abrió al espacio social, diversificó a la
población. el número de textos se multiplicó y el de lectores
también. Aquella sociedad de pocos textos, pocos escritores y pocos
lectores pronto cambió su configuración. Y hubo más lectores
escritores potenciales, pero no escribían, y si escribían no tenían
opciones de ser leídos. El control sobre la difusión de los textos,
así como sobre su producción material, permitió que el antiguo
paradigma se continuara aun con una ecología gramatical emergente.
La sociedad gramatical proponía la libertad de lectura y de
escritura, pero sólo permitía la primera, y bajo ciertos
condicionamientos de aparatos políticos, ideológicos y económicos.
Tuvo que llegar la cibersociedad para abrir el espacio a la escritura
y con ello cumplir el ciclo de lo cerrado a lo abierto de la
textualidad. El hipertexto permitió por primera vez la posibilidad de
construcción de la textualidad desde la lectura. Antes, sólo la
lectura se movía, la textualidad quedaba intacta, sólo parecía
agitarse en la multiplicación de los textos a partir de respuestas de
unos a otros desde lecturas diversas. En el hipertexto el texto
mismo se modifica en la lectura. Y hay más. La multinteractividad
permite la configuración de la textualidad construida en tiempo real
desde distintos lugares y puntos de vista. La revolución de la
cibersociedad trajo nuevos cursos metafóricos; ahora es posible leer y
escribir, y hacerlo en grupo y colectivamente, no sólo la
interactividad sino la multinteractividad, no sólo la escritura sino
la hipertextualidad. El tiempo pasó y la sociedad cambió, el
ciberespacio social inaugura la metáfora de la configuración de
mundos distintos desde la interacción real en el espacio virtual. Y
sí, cuantos cambios implica todo esto. El nuevo espacio-tiempo La comunidad virtual y sus posibilidades La
sociedad también es el primer plano de lo imaginario. La gran
pregunta es por la representación que de ella hacemos, y las relaciones
que hay entre esa representación y las situaciones y las acciones
en que intervenimos, y con las cuales construímos desde lo inmediato a
ese entorno mediato inmenso y supra individual que es lo social. Los
actores sociales tienen una imagen de lo que son y el contexto en que
se desenvuelven. Esa imagen es la clave de su representación de los
social. Para empezar se podría decir que su mundo es del tamaño y
de la complejidaad de esa imagen, y lo social deriva de ella. Un
actor puede tener una imagen sólo configurada en representaciones de
los escenarios y las situaciones de lo inmediato, de su mundo
escénico-dramático. De hecho todos los actores tenemos este registro
imaginario. La diferencia está en la composición y en el sentido de
la organización de esas distintas viñetas del mundo de vida. Para
algunos las viñetas corresponden con las acciones que ejecuta y
punto, algo así como la metáfora del texto. Otros tienen una visión
gramatical de su mundo de vida, un mapa sintético de lo que es y de
lo que representa, y una guía constructiva de su vida que aplica a
los distintos escenarios y puestas en escena. La reflexividad es la
gran mediación entre un tipo y otro, además de todas las variaciones
que hay entre uno y otro y dentro de cada tipo. El
segundo tipo, el reflexivo, tiene un mundo discursivo más rico y una
perspectiva representacional por contextos. Sabe que su acción
depende de un cuadro de variables que operan simultáneamente. El
actor ajusta su guía gramatical en cada situación porque la conoce y
la respeta. el tipo irreflexivo-textual no tolera variantes, se
confunde y desquicia si el texto no se aplica íntegro. El otro se
mueve por contextos, por riqueza lingüística y perspectiva
referencial multivariada. El tiempo y el espacio son distintos
para estos dos tipos de actor. Para el primero el tiempo sólo existe
como sucesión reiterada de lo mismo, su vida es espacial, un cuadro
que se mueve dentro de un ciclo que se repite. El segundo actor
conoce del tiempo y la variación, tiene sentido del ritmo en el
cambio. Conoce que cada situación tiene variantes y que requiere
ajustes hacia la norma o fuera de ella según el caso. Este tipo de
actuación permite ajustarse a los cambios contextuales gracias a una
norma y a una perspectiva de su variación. Sólo falta el último
elemento, el que permite que este actor se vuelva constructivo,
propositivo, que imagine lo que todavía no sucede, que se adelante a
los patrones y elabore alternativas a ellos: nuevas situaciones que
incluso modifican los contextos, y no sólo son modificadas por ellos.
El tercer tipo de actor tiene una percepción del tiempo y
del espacio distinta a los otros dos. Por una parte comparte el
sentido del cambio con el segundo, pero lo lleva más allá, se hace
protagonista del cambio mismo, no sólo su espectador atento y
analítico. Paso de lo perceptual reflexivo a lo perceptual
constructivo. Estas tres disposiciones generales operan en
ecologías específicas, en configuraciones sociales que traman las
relaciones y las acciones entre los individuos y los grupos de manera
tal, que permiten o inhiben, promueven o prohiben, facilitan o
dificultan, ciertas formas de percepción y su comportamiento
correspondiente. Las sociedades de información son
configuradas por estructuras más bien rígidas de organización y de
relación entre sus actores. Les imponen verticalmente guías de
comportamiento y les inhiben la iniciativa y la creatividad. O dicho
de otra manera, están compuestas de tal modo que sólo una parte del
mundo social tiene libertad e iniciativa de actividad creativa; el
resto del mundo se somete, se subordina a lo que aquella parte
privilegiada porpone y controla. La información para la creación
social sólo fluye en un sentido. Las sociedades de
comunicación adquieren una estructura mixta, con formas horizontales
fuertes que contrarrestan las verticales. Formas sociales del acuerdo
y de la interacción entre pares, en una estructura jerárquica
escalonada, que posibilita que cada escalón se organice con cierta
independencia y autonomía. La jerarquía horizontal se subordina aún a
la vertical, pero la conmueve con la iniciativa y la creatividad de
las relaciones y vínculos horizontales. Las comunidades de
comunicación tienen una inversión estructural respecto a las otras
dos, las relaciones horizontales adquieren prioridad sobre las
verticales. La sociedad se achata y se complejiza en su organización
horizontal. Esta es la forma de la comunidad virtual. El ciberespacio es
el lugar que ha posibilitado su presencia y crecimiento. La
velocidad en el metabolismo de procesamiento de información ha
desmontado el ritmo temporal de sociedades anteriores. El pasado
pierde importancia, el mundo del texto que se repite, y el presente
es una forma constructiva del futuro. El pasado pierde importancia,
el mundo del texto que se repite, y el presente es ua forma
constructiva del futuro. el tiempo se metaboliza de manera distinta a
las otras sociedades, el cambio es el corazón, por eso el
metabolismo de la información y la comunicación se acelera. Sociedad
de la creatividad y de la imaginación.
Cibercultura. El ciberespacio. Lo real y lo virtual. Nueva percepción Construcción de mundos posibles desde los mundos cerrados El
paisaje de la cultura es la diversidad, formas distintas en las que
los seres humanos han ordenado el sentido de sus vidas. La cultura es el
espectáculo de lo humano por excelencia. Hoy mismo el planeta ofrece
un mosaico amplio y denso de pluralidades y de distinciones. Esa es
la primera impresión, como algo calificable de humano puede tomar tan
variadas formas. Es asombroso. Y si la mirada se dirige hacia el
pasado el efecto es tan o más cautivador. Pero de inmediato se inicia
el segundo nivel de la observación: distinguir lo diferente y lo
semejante, lo estable y lo inestable, lo único y lo regular. Las
formas culturales en una segunda mirada pueden ser clasificadas y
jerarquizadas, y ahí se abre un nuevo abanico de posibilidades. Todo
aquello tan diferente empieza a parecer en patrones de semejanza y de
diferencia; nacen los sentidos segundos que permiten comprender
ciertos resortes de orden y organización detrás de lo aparentemente
estallado en lo múltiple. La mirada a lo cultural es una
mirada de la mirada, un sentido de los sentidos, una configuración de
significado de que significa. La reflexividad semiótica encuentra en
la cultura su justificación y su coartada. Porqu algo semejante
significa algo tan distinto, porque algo tan distinto significa algo
semejante. El curso de las sorpresas es inacabable, el camino de la
exploración comparativa inagotable. A veces todo parece un capricho,
una casualidad, una circunstancia accidental, y en otras ocasiones un
sentido profundo ordenado y coherente. La cultura fascina por su
evidencia y por su hermetismo. Cada ecología humana particular
posee un sentido de sí misma, tanto en la práctica como en el
símbolo. Mirando sistemáticamente a las formas sociales aparecen
configuraciones de sentido que corresponden a ciertas prácticas. La
mirada ecológica es más poderosa que la social o la cultural, porque
las incluye y relaciona. Así, formas culturales cerradas, como las de
las sociedades del texto, de información, se van abriendo hacia
formas de comunicación, de sociedades discursivas, de escritura, de
hipertexto. La sociedad del ciberespacio es una nueva
forma ecológica en el devenir humano. El espacio humano llegó a un
punto tal de construcción que produjo una nueva frontera por explorar
y por colonizar. El mundo natural ha sido humanizado por la ecología
urbana. El mundo moderno industrial ha colonizado al planeta de
forma tal, que recursos y energía están en un estado de emergencia.
La ecología del mundo moderno tiene rostros múltiples, desde la
barbarie de la robotización de lo social hasta la subordinación de
formas sociales no modernas que están dentro de su dominio pero no
configuradas al tope en su lógica y en su organización. Pero la
concentración ha sido tal, la organización ecológica ha sido tal en
el corazón del mundo moderno, que surgió un nuevo umbral de
complejidad. Algo que llama a nuevos tipos de relaciones sociales, a la
construcción de un nuevo tipo de civilización. En el corazón del
mundo industrial moderno nace la cibersociedad, y con ella la
cibercultura correspondiente. El ciberespacio está abierto, y nuevos
colonos aparecen y lo ocupan. Una nuevo socialización está en
emergencia, algo distinto y semejante, una vez más. El mundo ha
cambiado, un nuevo territorio ha nacido, extenso e inmenso. Y casi
cualquiera lo puede explorar y ocupar, casi. Y esa es una enorme
novedad que se difunde como llamarada en hojas secas. La
información y la comunicación son la clave. Las sociedades cerradas
ocupan una forma limitada de información, les basta lo poco, a pesar
de su complejidad. Las sociedades abiertas requieren una cantidad
indeterminada de información. Tienen la peculiaridad de cambiar, de
moverse, no hay certidumbre sobre su estado de configuración, la
información procesada reconfigura su movimiento a cada momento, su
metabolismo de información es inestable y voraz. El punto es que
ciertas sociedades de información se abrieron para cambiar, o
cambiaron para abrirse. Cualquiera sea el caso sus necesidades de
información aumentaron, tanto que no era posible procesar toda la que
producían. Y de pronto las vías verticales no fueron suficientes,
aunque se fortalecieran y se ensancharan. Aparecen los vínculos
horizontales, los verticales se relajan, liberan tensión, las redes
buscan vías horizontales de expansión. El espacio horizontal era
inmenso y territorio inexplorado. La velocidad de lo horizontal
aumenta. Los ejes verticales perciben una nueva energía, toman aire,
se vinculan a las nuevas redes horizontales. La sociedad se
complejiza, la información circula cada vez mayor a velocidad. Nadie
sabe todas las direcciones de su movimiento, la sociedad está viva
como nunca. Lo que muestra a la sociedad las capacidades
de las relaciones horizontales es el ciberespacio. Internet funciona
como una metáfora vital de las posibilidades del contacto múltiple
horizontal, permite la multinteractividad. Muchos voltean a ver las
nuevas posibilidades, ensayan, exploran, se multiplican experimentos.
Con mayor frecuencia quieren probar, quieren saber. La cibercultura
ha nacido, una nueva forma de construcción de vida social a través de
nuevas formas de contacto y de relación, de vínculo. Esto es nuevo.
Una nueva percepción se configura.
www.bymichaelo.com
Las máquinas inteligentes y la interactividad. Nuevos actores y nuevas percepciones La
cibercultura tiene de entrada una doble configuración en su
exploración conceptual. Por una parte está la banda de la cibernética
y de la teoría de sistemas. Ésta es una veta ecológica que toca a la
cultura con la vivencia del pensamiento complejo contemporáneo y
supone una construcción de la vida a través de categorías y de
visiones emergentes. Este es todo un plan de trabajo que requiere una
reconfiguración de la sociedad contemporánea desde nuevos esquemas
perceptuales que le dan una profundidad y proyección muy grandes.
Ésta es una labor que tiene poco de iniciada y todavía tiene mucho
que dar. El segundo frente parte de lo empírico, del reconocimiento
de nuevas realidades que impulsan a nuevos conceptos y percepciones,
este es el marco de las nuevas tecnologías, en particular las
relacionadas con la información, y en especial las que son
calificadas como inteligentes, desde una mirada compleja del mundo
digital. En la primera visión quizás los más sugerente es
la perspectiva de la virtualidad. En el marco conceptual de lo
virtual, los mundos son sintetizados a partir de ciertos modelos de
construcción simbólica. El punto clave es que las tecnologías de
construcción de lo virtual han abierto el concepto a todo el mundo
real anterior. Esto es clave para la noción de cibercultura. En el
pasado reciente se consideraban mundos reales a los que los actores
vivían desde sus miradas y desde sus situaciones de vida. Ahora esos
mundos también forman parte de la virtualidad en tanto son
sintetizados desde algún esquema de construcción perceptual. El
asunto es que la cultura pasa entonces del mundo sintetizado al
modelo que lo sintetiza. Es decir, aquello de la metáfora de la
grámatica y del texto. La cultura era texto en cierta mirada, lo que
aparecía, lo que acontecía. El discurso cultural era una serie de
catálogos de la fenomenología de lo social. En la segunda metáfora,
la gramática ocupa el lugar central. Ahora es el modelo de síntesis
virtual el importante, no lo que aparece. Pero falta lo mejor. La
virtualidad es una actividad constructiva, no representacional o
contemplativa. Es decir, el énfasis está puesto no en el mundo vivido
o que se vive, lo que había sido el objeto de la mirada cultural en
el pasado, sino el mundo por vivir, por construir, el futuro. La
importancia del modelo lleva la mirada y la intención a la
construcción de mundos posibles a partir de los modelos que los
pueden sintetizar. Y el mensaje es: tú puedes vivir en los mundos que
puedes crear a partir de los recursos disponibles para reconfigurar
tu percepción de la vida. Esta dimensión de la
cibercultura la hace muy distinta a la cultura tradicional, moderna o
no. El mundo puede cambiar, y además el énfasis está en su
transformación. el pasado, el texto, la identidad, la inmovilidad,
quedan detrás; lo que importa es lo que se puede hacer, la acción, no
la imagen de lo que es que inmoviliza, o la representación de lo que
puede ser, que la posterga. El mundo cibercultural es el que se está
construyendo ahora, el que se teje en este momento. Y la mirada
social, cultural, no está en lo que aparece, mundo virtual, sino en
lo que lo hace aparecer, sintetizador de la virtualidad. Nuevamente
es el ciberespacio el que posibilita esta situación. En el ciberespacio
es más sencillo por ahora imaginar la práctica de la creación
costante y acelerada. Pero la metáfora va más allá, impacta al seudo
mundo real y nos invita a modificarlo, a transformarlo. La
cibercultura es revolucionaria. Queda entonces la segunda
veta, la que llega de la reflexión sobre las nuevas tecnologías, en
particular la interacción con máquinas inteligentes. Este es un
universo de posibilidades. Hay un énfasis muy grande en la
competencia cibercultural cuando se observa la empatía y práctica de
interacción con máquinas de información, computadoras en particular. Y
el fenómeno se hace incluso más complejo cuando esta relación
opera en una red de interacciones entre seres humanos y máquinas,
donde la red los implica a ambos, constituyendo una nueva configuración
mixta, humana y de máquinas. Esta es la segunda gran imagen de la
cibercultura. En este rango, el miedo a la deshumanización
es muy grande, y cuando se observa a las máquinas construidas por la
lógica de información, del control, de la dominación, y se percibe
su limpieza, su exactitud, su poder de manejo de datos, su precisisión
entonces el pavor aparece. Es como un monstruo hecho a la imagen y
semejanza del tirano, del dictador, de la lógica vertical. Entonces
la paranoia aparece, se reproduce la misma lógica de la dominación,
la máquina puede dominarme, por tanto debo destruirla o someterla
antes que lo haga ella conmigo. Bien, imágenes del pasado pero con
nuevos protagonistas. Pero resulta que ese escenario no es el único.
La lógica de comunicación, de la vida horizontal, de diálogo, de
la interacción, del enriquecimiento mutuo también está presente, y
gana espacio gracias a la red de relaciones, no gracias a la
concentración de información en un solo lugar. La red es la respuesta
a la paranoia de la sociedad de información; entre más grande, entre
más múltiple y diversa, menos posibilidades de control central
autárquico. El monstruo se desvance, aparece una nueva sociedad con
una nueva cultura, la cibersociedad y la cibercultura.
Cibercuidad. Nueva ecología de relaciones hombre-máquina-mundos Percepción y comunicación emergente. La lógica horizontal que equilibra a la vertical. Nuevo orden social Con
la aparición del ciberespacio aparece de inmediato la emergencia de
un nuevo territorio de lo social. La pregunta hoy es sobre los tipos
nuevos de relación inéditos por completo, sobre los cambios en las
rutinas y patrones de la vida cotidiana previos. Este es un
cuestionamiento que tiene los dos rostros de la novedad: la
satanización y el optimismo. Por un lado, los que descubren la
decadencia del calor humano ante la frialdad de las interacciones
mediadas por máquinas. Por otra parte, los que proponen que se
inaugura un mundo de posibilidades, y que la sociedad no sólo no se
corrompe, sino que mejora, se tensa en un nuevo escenario de vínculos
con mayor competencia comunicacional y honestidad. Están los que se
mueven a la espera de los acontecimientos. Ni Dios ni el diablo,
simplemente lo desconocido, a ver qué pasa. Mientras
tanto, el ciberespacio sigue poblándose a una velocidad de vértigo;
lo sucedido a lo largo de los ochenta es apenas un inicio del
comienzo de una curva de aceptación. Los noventas han despegado, ya
estamos hablando de millones de máquinas conectadas a la red, de
decenas de millones de personas accediendo al nuevo territorio de la
virtualidad, y para la próxima década estaremos hablando de cientos
de millones, de porcentajes ya muy considerables de la población
mundial. La especulación sigue, pero el fenómeno social la rebasa con
mucho. El nuevo territorio es para los actores, para los constructores,
para los protagonistas del siglo XXI. La imagen es que
existe un espacio poblado de millones de personas, pero esas
personas están en lugares distintos a los lugares donde interactúan, y
que vistos desde fuera y desde la mirada preciberespacial están
todos sólos ocupados en máquinas computadoras. Pero desde dentro,
desde el ciberespacio y desde la nueva mirada están interactuando con
intensidad unos con otros a pesar de las distancias y de los
horarios. Esa es la imagen, aparentemente comprensible, ya cotidiana,
pero no por ello menos asombrosa; un milagro hacia finales del siglo
XX, un acto colectivo de magia que conecta la energía social como
nunca antes, y que probablemente inaugura una nueva civilización, un
tipo nuevo de ser humano, de vida social, de mundo. Toda
esa gente forma algo parecido a una nueva comunidad; la pregunta es
por los perfiles de este nuevo orden, sobre esta nueva organización.
En apariencia todo sigue igual, poblaciones que viven en un espacio
terrestre pero que ahora se interconectan por redes de comunicación
distintas. Esa es una manera de ver el asunto. Si se adelanta la
mirada, se observa que sus comportamientos están siendo alterados por
el tiempo ciberespacial, por sus interacciones por computadora. La
pregunta es hasta dónde, qué tan profundamente. Y mirando con mayor
atención se descubre que en algunos sectores toda su vida está
configurada ya por su cibervivencia, son ciberhabitantes; la
vitalidad está cada vez más del otro lado del espejo, en el
ciberespacio. Pero donde mayor pertinencia tiene la observación es
cuando se contrastan, cuando se comparan grupos de actores según su
vínculo con este nuevo mundo. La imagen es impactante: los de alta
participación son muy distintos a los de baja participación, cada vez
más distintos. Algo está pasando, algo muy serio y relevante.
Lo más relevante de toda la situación es el movimiento que
lleva el énfasis de las relaciones verticales hacia las horizontales,
el vector de la comunicación que toma ventaja sobre el vector de la
información. En el gran escenario del ciberespacio, los primeros en
tomar la mano después del destape fueron los académicos, la tercera
generación ha sido la de los comerciantes y de los capitanes de la
propaganda. Es de hacer notar que siendo hoy minoría, son los actores
con intereses académicos y culturales los que representan el
espíritu de la nueva sociedad; fueron los primeros en ocuparse en
desarrollar las capacidades interactivas del nuevo medio tecnológico,
los primeros en ensayar la belleza del diálogo a través de la
distancia y del tiempo. Los comerciantes y los políticos no se han
quedado atrás, acostumbrados a la vida vertical autoritaria,
reproducen los mismos esquemas en el nuevo mundo, pero van cayendo en la
cuenta de que ahí hay otras posibilidades, y de que la potencia
interactiva es también una ventaja para vender y para convencer. La
percepción entonces cambia al ponerse en contacto con el nuevo mundo
de opciones, espacio abierto y de configuración horizontal. Esta
nueva percepción conlleva una cultura de información más rica y más
densa, con mayores necesidades y acciones, pero también, y sobre
todo, una nueva cultura de comunicación, la que impulsa el ejercicio
horizontal interactivo. Las nuevas acciones se hacen costumbres,
hábitos, y partir del nuevo perfil práctico se promueven otras
posibilidades más. El ciberespacio es aún un territorio de
colonización, de ensayo, de puesta en práctica de lo viejo, pero
también de lo nuevo; ahí se ponen en escena los viejos vicios y
cargas perceptuales preciberespaciales, pero también se escenifica un
nuevo mundo, la metáfora de la horizontalidad constructiva. Internet
y la metáfora de los nuevos territorios y colonos. Efectos sobre las
ciudades pre-cibernéticas. La construcción del tiempo y el espacio
perceptual como objeto, como acción y como proceso interactivo. Nos
hemos acostumbrado a la ciudad de la era industrial. La imagen de lo
urbano se contrasta con zonas residenciales conectadas con áreas
comerciales y con áreas industriales y de servicios. La imagen de
manzanas y manzanas interconectadas por calles, vías de interconección
para automóviles y transporte público es universal. Pensemos un
momento lo que hacemos en nuestro tránsito por la ciudad. Vamos a
trabajar, vamos a estudiar, salimos de compras, al cine o a divertinos
en general, en fin, vamos a los servicios que ofrece la ciudad y a
visitar a los parientes y amigos. Todo eso puede hacerse hoy en el
ciberespacio. Pero este traslado de actividades, del
espacio urbano precibernético al ciberespacio, será suficiente para
constituir un lugar que podemos denominarle ciberciudad. Esa es la
pregunta que vale la pena explorar. Y la primera respuesta es sí. Sí
parece algo semejante a una ciudad virtual. Al navegar
por Internet, de pronto uno puede llegar a una imagen que ocupa la
pantalla como un trozo de mapa de una ciudad. Clic, uno está en una
tienda de discos, puede revisar el catálogo, puede mirar información
sobre cualquier contenido, puede comprar. Clic, ahora estamos en el
despacho de un diseñador que ofrece parte de su portafolio a los
clientes que lo visitan. Clic, ahora son arquitectos. Clic puede
aparecer algún vendedor de servicios de cualquier tipo, lo mismo un
vendedor de objetos, de artículos, de cualquier cosa. La pregunta es,
dónde estamos; parece la visita a un centro comercial al mismo
tiempo que a un condominio de profesionales vendedores de servicios.
Estamos en el ciberespacio, pero parece la vida normal. El
punto es que la configuración de una parte del ciberespacio como una
proyección del espacio tradicional es un hecho. Una buena parte de
lo que puede suceder en la vida pública en el espacio tradicional
puede suceder en el espacio virtual. En cierto sentido podría afirmarse
que todo lo que puede suceder en el espacio tradicional como fenómeno
de comunicación, puede suceder en el espacio virtual. Y este es
un primer parámetro de observación de la ciberciudad. No hace falta
salir del domicilio particular, donde quiera que este se encuentre,
para moverse por el ciberespacio y entrar en contacto con sus
habitantes. Si la población total de regiones completas del espacio
tradicional están conectadas a Internet, cualquier persona de
cualquier parte del mundo las puede visitar, sin vivir en su ciudad
tradicional. El espacio virtual es universal, todos sus habitantes
pueden interactuar con todos los demás, estén donde estén en el
espacio tradicional. La comunicación adquiere otra
dimensión en toda esta imagen de la comunidad virtual. La ciberciudad
es una sola, la gran ciudad ciberespacial, con mayor número de
habitantes hoy que cualquier ciudad tradicional, con mayor número de
ofertas de servicios que cualquier ciudad tradicional. Digamos que
aun así existe un orden de lo más cercano a lo más lejano, pero esto
habría que consultarlo con la nueva percepción de los ciberciudadanos
del planeta. El mundo económico ha sido conmovido por el
ciberesopacio, la mayoría de las principales empresas del mundo ya
tienen una dirección y una ventana a su interior en Internet. El
número de transacciones aumenta por minuto, el porcentaje del
movimiento global aumenta cada día. El capital financiero está
posicionado en el ciberespacio por completo. Pero hay más. La
política va llegando al universo virtual. Hay casos ejemplares, como
el del EZLN en México. La presentación de información es un hecho, la
diversidad de fuentes, versiones y visiones está ya presente, golpea
a la estructura tradicional de control de información. El siguiente
paso es la interactividad, la comunicación. El gobierno de la ciudad
de México, del partido de oposición PRD, ensayará en los próximos
años la interacción con la ciudadanía a través del ciberespacio. La
imaginación es el límite: todo puede pasar en el espacio virtual,
todo; ya es hora de la comunicación. Lo que sucede es que
nuestra percepción tradicional está aún desprendiéndose, asimilando,
transitando de ciudades agrarias a ciudades industriales; la
ciberciudad es algo muy novedoso. Pero parece ser que la
incorporación a la cibercultura es mucho más rápida de lo que
cualquiera supondría. El acceso a la tecnología y a su potencial
informacional y comunicacional es tan impresionante, que quien entra
ya no sale, y si bien al principio camina lento y con precaución, al
poco tiempo vuela en el vértigo del metabolismo
interactivo-informático. La ciudad tradicional, centro de
la ecología contemporánea universal está siendo impactada por la
nueva forma ecológica del ciberespacio. El tiempo de la gente se
modifica por la economía de movimientos y por la transformación de
rutinas y de viejos hábitos. El espacio se expande del interior de la
máquina consultada al infinito virtual, el espacio cotidiano es más
pequeño y menos estimulante. Todo esto trae aparentes
contradicciones: el mundo real parece perder valor. Pero no es así,
lo que sucede es que se reconfigura en la expansión de lo virtual. De
hecho, tenemos un solo mundo, pero múltiple, diverso, plural. Esa es
la noticia, una nueva ecología de mil rostros y formas que cambian a
cada momento. Todo parece menos sólido y más modificable. Una nueva
civilización. Agárrense. Bibliografía: BOSERUP, Ester. 1984. Población y cambio tecnológico. Crítica, Barcelona. BROSKMAN, John (editor). 1996. La tercera cultura. Tusquets, Barcelona. BRUNER, Jerome. 1988. Realidad mental y mundos posibles. Gedisa, Barcelona. CADOZ, Claude. 1995. Las realidades virtuales. Debate, Madrid. CASTELLS, Manuel. 1995. La ciudad informacional. Alianza Editorial, Madrid. CHARTIER, Roger. 1992. El mundo con representación. Gedisa, Barcelona. DABAS, Elina y Denise Najmanovich (compiladoras) 1995. Redes. El lenguaje de los vínculos. Paidós, Buenos Aires. DAVARA Rodríguez, Miguel Ángel. 1996. De las autopistas de la información a la sociedad virtual. Aranzadi, Navarra. DORMIDO Bencomo, Sebastián et al. 1995. Sociedad y nuevas tecnologías. Editorial Trotta, Madrid. FEATHERSTONE, Mike y Roger Burrows (editores). 1995. Cyberspace, cyberbodies, cyberpunk, Sage, Thousand Oaks. FLORES OLEA, Víctor y Rosa Elena Gaspar de Alba. 1997. Internet y la revolución cibernética. Océano, México. FRIED Shmitman, Dora (editora). 1994. Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Paidós, México. GALINDO Cáceres, Luis Jesús. 1994. Cultura mexicana en los ochentas. Universidad de Colima, Colima. GARCÍA-NOBLEJAS, Juan José. 1996. Comunicación y mundos posibles. Eunsa, Pamplona. GONZÁLEZ,
Jorge A. y Ma. Guadalupe Chavéz. 1996. La cultura en México. Cifras
Clave (I). CNCA, Universidad de Colima, México. ORANDI, Roberto. 1995. Texto y contexto en los medios de comunicación. Bosch Comunicación, Barcelona. BAWTHORN, Geoffrey. 1995. Mundos plausibles, mundo alternativos. Cambridge University Press, Cambridge. JAMESON, Frederic. 1996. Teoría de la postmodernidad. Editorial Trotta, Madrid. JONES, Steven G. (editor). 1995. Cybersociety. Sage, Thousand Oaks KOSKO, Bart. 1995. Pensamiento borroso. Crítica, Barcelona. LANDOW, George P. 1995. Hipertexto. Paidós, Barcelona. LANDOWSKI, Eric. 1993. La sociedad figurada. FCE y Universidad Autónoma de Puebla, México. LOTMAN, Juri et al. 1979. Semiótica de la cultura. Cátedra, Madrid. MATURANA R., Humberto. 1996. La realidad: ¿objetiva o construida? (dos tomos). Anthropos-UIA-Iteso, Barcelona. MCLUHAN, Marshall. 1969. La comprensión de los medios como las extensiones del hombre. Diana, México. MORIN, Edgar. 1996. Introducción al pensamiento complejo. Gedisa, Barcelona. NEGROPONTE, Nicholas. 1996. Ser digital. Atlántida-Océano, México. O’Sullivan, Tim et al. 1997. Conceptos clave en comunicación y estudios culturales. Amorrortu editores, Buenos Aires. PISCITELLI, Alejandro. 1995. Ciberculturas, Paidós, Barcelona. QUEAU, Philippe. 1995. Lo virtual. Paidós, Barcelona. RHEINGOLD, Howard 1996. La comunidad virtual. Gedisa, Barcelona. SÁNCHEZ, Antulio. 1997. Territorios virtuales. Taurus, México. SFEZ, Lucien. 1995. Crítica de la comunicación. Amorrortu, Buenos Aires. SHIELDS, Rob (editor). 1996. Cultures of Internet. Sage, Thousand Oaks. SILVERSTONE, Roger y Eric Hirsnh (edts). 1996. Los efectos de la nueva comunicación. Bosch comunicación, Barcelona. VALERA, Francisco J. 1990. Conocer. Gedisa, Barcelona. VIRILIO, Paul. 1996. El arte del motor. Manantial, Buenos Aires. VON FOERSTER, Heinz. 1991. Las semillas de la cibernética. Gedisa, Barcelona. WATZLAWICK, Paul y Peter Krieg (comps.) 1994. El ojo del observador, Gedisa, Barcelona. WILRER, Ken. 1997. Breve historia de todas las cosas. Kairós, Barcelona.
http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n10/galindo2.htm
|