Clarice Lispector, escribir para fracasar
por:Carlos Yusti
Clarice Lispector, by Mujima.
Con las escritoras
sucede que un buen número no alcanzan un siete en la clasificación de
belleza, pero a la hora de enfrentarse con las palabras se requiere
tenacidad, lectura e inteligencia antes que una cara bonita o un cuerpo
para certamen de belleza.
La escritora
brasileña, de origen ucraniano, Clarice Lispector siempre fracturó estos
monolíticos parámetros machistas. Era en verdad bella y tenía una
inteligencia creativa como pocas escritoras en Latinoamérica. Su talento
era proporcional a su belleza, pero al mismo tiempo no estaba
interesada en brillar como cuiama, o una viuda negra, de las letras. No
tuvo interés en ser despiadada a fuerza de inteligencia y no quiso ser
filosamente profunda al momento de emitir juicios en sus crónicas o en
alguna entrevista. Asumió con desden frívolo y sarcástico esa actividad
subalterna del oficio: entrevistas, congresos literarios, etc. Su
fortaleza siempre estuvo a la hora de escribir. Ida Vitale anota: "Los
perfiles literarios se prestan a la convencionalidad: tanto espacio, tal
enfoque. Pero Clarice Lispector, inmune a la convención, la dinamita.
En una entrevista de 1974 le preguntan de qué tiene miedo. ‘Creo que
tengo miedo del futuro. Siempre he tenido miedo del futuro. Creo que voy
a hacerme cortar el pelo, ¿qué le parece?’ ¿No es esto dinamitar no
sólo una entrevista, sino la importancia que la fama le está
otorgando?”.
Sus novelas y
libros de relatos no son de lectura fácil. Buscaba darle un enfoque
distinto al arte de escribir novelas o como ella lo postuló: "Ya sé qué
es lo que se llama verdadera novela. Sin embargo, al leerla, con sus
tramas de hechos y descripciones, sólo me aburre. Y no escribo la
clásica novela. Sin embargo es novela realmente. Sólo que lo que me guía
al escribirla es siempre un sentido de búsqueda y descubrimiento.” Toda
su obra entrelíneas en una reflexión sobre las posibilidades del
lenguaje, especie de torturante tanteo en la oscuridad de la mínima
fulguración de las palabras: "Estoy absolutamente cansada de la
literatura; sólo la mudez me hace compañía. Si todavía escribo, es
porque no tengo nada más que hacer en el mundo mientras espero la
muerte. La búsqueda de la palabra en la oscuridad”.
Leí de adolescente
su libro de cuentos "La legión extranjera” y su novela "La pasión según
G.H.”, fueron un aprendizaje de equilibrada e inmejorable literatura.
Luego la miré en unas fotos y el hechizo fue completo. Tenía porte de
actriz y una sofisticación glamorosa acorde con su rostro cincelado con
delicadeza de paisaje pujante de verdor y flores.
Se ha editado
"Descubrimientos"(2010), crónicas (1967-1973), el libro recopila textos
que Lispector escribió para ratificar su condición de escritora. Claudia
Solans en el prólogo del libro escribe: "Textos heterogéneos, muchas
veces inclasificables e inesperados, que revelan en cada línea la
compleja escritura y personalidad de su autora”.
En el libro está
una crónica, "La entrevista alegre”, sobre una entrevista que concedió
"para ser publicada en uno de los libros de la serie Libro de cabecera
de la mujer”. Con soterrada ironía realiza un texto con dos personajes:
la joven de nombre Cristina que la entrevista y ella. El tono de
simpatía antipática que destila entrelíneas es de una sutileza feroz:
"Sus preguntas eran inteligentes y complicadas, casi todas sobre
literatura. Dije: pero pensé que lo que le interesaría a la mujer de
clase media sería si me gusta comer porotos con arroz”. En otro aparte
escribe: "La entrevista comenzó con buen humor. Reímos varias veces. Una
de las veces fue cuando preguntó qué pensaba yo de lo que había escrito
el crítico Fausto Cunha. Había escrito –yo no lo sabía— que Guimarães
Rosa y yo no pasábamos de ser dos embustes. Di una carcajada hasta
feliz. Respondí: no leí eso, pero una cosa es cierta: embustes no somos.
Podían llamarnos de cualquier forma, pero embustes no. Vamos, Fausto
Cunha. Usted, al que conocí en el casamiento de Marly de Oliveira, es
incluso simpático, pero qué idea. Vea si piensa un poco más en el
asunto. Creo que Guimarães Rosa también reiría”. Lispector dice vengarse
al relatar los entretelones de la entrevista y hay un fragmento que
resulta clave: "Cristina me dijo: ‘El crimen no compensa. ¿La literatura
compensa?’. De ninguna manera. Escribir es uno de los modos de
fracasar. Cristina se sorprendió, me preguntó por qué escribía entonces.
Y no supe qué responder”.
Hay un excelso
ensayo de Ledo Ivo, "Clarice Lispector o la travesía de la infelicidad”,
que explora, en un recorrido rasante, el escenario vital de la
escritora y de su arribo a ese puerto gris del fracaso como creadora
literaria. Lo primero que verifica el poeta es sobre su estampa:
"…surgió ante mí como un aparición deslumbrante, y entendí que, con su
belleza, la cual poseía algo de aristocrático, en contraste con la
extrema humildad de sus orígenes, ella debía crear su obra desde el
corazón salvaje de la vida, …” El poeta recurre a Stendhal para
desentrañar un poco el drama de la escritora: " ‘La belleza es una
promesa de felicidad’– pájaro herido, Clarice Lispector desmintió, en su
vida, ese aforismo de Stendhal”.
La publicación de
su primer libro "Cerca del corazón salvaje” fue toda una odisea. Los
críticos, que leyeron los originales, recomendaron a las editoriales no
publicar el libro. A Lispector no le quedó otra opción que aceptar la
propuesta de una editorial incipiente. Ledo Ivo escribe que "separada de
su marido diplomático, regresó a vivir a Río y, en un ejercicio de
supervivencia y afirmación literaria, regresó a la antigua profesión del
periodismo(…) A cambio de magras remuneraciones, distribuía sus
escritos en diversos periódicos y revistas. Durante un tiempo fue una
cronista del Diario de Brasil, al que renunció, sumaria e
implacablemente, alegando que sus crónicas no tenían lectores”.
Una noche se quedó
dormida y por accidente un cigarrillo entre sus dedos desató un incendio
que laceró parte de su cuerpo. Todo esto se fue sumando a su naufragio.
Ledo Ivo acota: "La otrora bella y deslumbrante Clarice Lispector
atravesó su infierno astral. Descendió de su pedestal de princesa de
nuestras letras para convertirse en una simple y necesitada pasante, en
un mundo cruel e implacable, viviendo escenas de ironía y humillación.
Vestida con ropas provenientes de su viaje por el mundo diplomático, que
le conferían un aire inusual y extranjero, como fuera de estación,
Clarice Lispector vivió el proceso de su destrucción e infelicidad”.
Uno que anda de
jorobado de Notre Dame por la vida percibe ese sitial preponderante que
ocupa la belleza en la existencia, pero una belleza cosmética,
artificial y que nada tiene que ver con la belleza en el sentido
platónico. El diálogo "Fedro” concluye con una plegaria de Sócrates al
Dios Pan, pidiendo que le conceda llegar a ser bello por dentro. Lo que
pide Sócrates es esa belleza perdurable en contraposición de esa otra
fútil y efímera del exterior. Esa belleza interior que permite no sólo
obrar con rectitud y justicia, sino que proporciona un perfil de nuestra
interioridad, de esa sabiduría interior que sitúa al individuo por
encima de esas pasiones confusas (a veces triviales) que a todos parecen
acosarnos.
Clarice Lispector
no supo responder por qué escribía debido, quizá, a que jamás se planteó
la escritura como un trabajo, como manera de alcanzar el éxito, sino
como una posibilidad de encontrar el espejo de esa belleza interior más
perdurable y de más largo aliento a través del tiempo.
Escribir
obviedades, con bisuterías orientalistas, como Paulo Coelho y ser éxito
de ventas es también una manera de fracasar. Sin duda que en un futuro
cercano nadie leerá a Coelho, pero a Clarise Lispector se le continuará
leyendo porque su escritura es imprescindible. Además ella lo escribió
con acertado genio: "Todo lo que aquí escribo está forjado en mi
silencio y en la penumbra. Veo poco, casi nada oigo. Me sumerjo por fin
en mí hasta la matriz del espíritu que me habita. Mi fuente es oscura.
Estoy escribiendo porque no sé qué hacer de mí. Es decir: no sé qué
hacer con mi espíritu. El cuerpo informa mucho”. Tomado de : http://revista.escaner.cl/node/5917
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