Mujeres sin hombres
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Javier Claure
Cuando leí el rótulo «Mujeres sin hombres», me llamó mucho la
atención. Me preguntaba: ¿Podrán haber mujeres sin hombres? Y, al mismo tiempo,
surgía la otra alternativa: ¿Podrán haber hombres sin mujeres? La respuesta la
tenía inmediatamente entre los labios y, con el permiso de todos, es un rotundo
No. El binomio hombre-mujer, según mi opinión, es la combinación perfecta.
Durante el 10 de
octubre del año pasado hasta el 21 de enero de este año de 2010 se llevó a cabo,
en la Casa de la Cultura de Estocolmo, una instalación de cuatro videos a cargo
de la artista iraní Shirin Neshat.
El día de la
inauguración llegó a Estocolmo para hablar de su obra ante una sala repleta,
donde las mujeres formaban gran parte del público. Neshat, que actualmente vive
en Estados Unidos, expuso al pueblo sueco una muestra de su primera película de
largometraje: Women without men ('Mujeres sin hombres'), basada en la
novela de la escritora iraní Shahrnush Parsipur. Una novela que describe la vida
en Irán durante el golpe de Estado de 1953. Parsipur la escribió a finales de
los años '70, pero se publicó en 1989. Nunca participó en política. Sin embargo,
fue apresada durante el régimen del Sha y de Khomeini por sus ideas un tanto
liberales.
A decir verdad,
el título es algo despistador, ya que los hombres están presentes a lo largo de
la novela.
La visitante
iraní, pulcramente vestida y bien maquillada, recordó que en la guerra entre
Irán e Irak murieron dos tíos (por parte de su madre) que eran simpatizantes de
izquierda. Y agregó: «...cuando mi madre regresaba a casa del trabajo, solía
salir a la terraza con un montón de madejas de lana y se ponía a tejer. No
hablaba mucho, sino tejía y tejía ropa para nosotros que éramos niños». Era, tal
vez, una manera de estar en luto por sus hermanos.
Al final de su
discurso, le pregunté a qué público quería llegar, a lo que me contestó:
«Desgraciadamente cuando analizan mi arte, a veces, sólo toman en cuenta el
aspecto político, pero mi arte va mucho más allá de lo político. Me dirijo al
público iraní e internacional. La tendencia de ciertas mujeres a un auto castigo
es universal».
Durante la Guerra
Fría, Estados Unidos, con el presidente David Eisenhower a la cabeza, junto al
Sha e Inglaterra organizaron, mediante las armas, el derrocamiento de un
gobierno democráticamente elegido. Por aquel entonces, Irán era gobernado por
Mohammed Mossadegh, quien había legislado la nacionalización del petróleo. Los
británicos y estadounidenses sumamente disgustados por esta reforma, llevaron a
cabo el golpe de Estado; para luego establecer una monarquía dirigida por el Sha
Mohammad Reza Pahlavi.
Los temas
centrales de la obra de Neshat son: el poder, la identidad, el rol que juega la
mujer en la sociedad, los tabúes que existen en torno a la sexualidad femenina y
la opresión a la mujer. Es decir, pone sobre la mesa tópicos que son actuales en
cualquier parte del mundo.
Los videos
expuestos al público, hacían alusión a mujeres que se refugiaban en un jardín o
dentro de cuatro paredes, tras el caos político y militar que reinaba en Irán en
esa época. Otras mujeres buscaban su libertad de las cadenas a las que habían
sido atadas, y como palomas querían volar para experimentar la vida a solas.
Este acto de supervivencia, en la novela, no siempre termina satisfactoriamente.
Así pues, en la
novela, podemos leer sobre Mahdokht. Una mujer que, al igual que la madre de la
autora de la película, se la pasa tejiendo ropa para los hijos de su hermano
Hoshangs. Sueña con ser Julie Andrews de la película The sound of music
('El sonido de la música'), que cuida a siete niños.
Mahdokht posee
una sensibilidad de cristal, le fascinan los niños, pero tiene un excesivo temor
al sexo, causa que la lleva a reencarnarse en un árbol. Un día, cuando se
encontraba en la casa de Hoshangs, salió al patio a tomar aire fresco. Entró a
un pequeño invernadero situado en el jardín de la casa. De pronto, escuchó
ardientes jadeos, quejidos de amor y sintió un olor a cuerpo humano. Fati, la
empleada de la casa de tan solo 15 años, estaba ahí revolcándose con el
jardinero, Yadollah, que le doblaba en edad. Al ver esa erótica escena, le
empezaron a temblar las rodillas y al mismo tiempo le entró una curiosidad.
Mahdokht observaba excitada ese cuadro, al que ella rechazaba categóricamente.
La tierna pareja se dio cuenta que alguien les miraba. Fati lanzó un vistazo a
Mahdokht suplicándole que no contará a nadie. De lo contrario su destino sería
el cementerio. Mahdokht aceptó el trato, pero reprochaba duramente el
comportamiento de Fati.
—Mi virginidad es
como un árbol —repetía Mahdokht con voz suave.
En ese momento
pensó transformarse en un árbol. Entonces quería meterse a la tierra, para luego
salir con ramas, hojas y un tronco que le sostenga toda la vida. Así, al menos,
crecería cerca de un riachuelo. Estaría cerca del pasto, de plantas silvestres y
ranas que croan por la noches. Sería un lugar lleno de árboles Mahdokht. Este
único árbol se exportaría a todo el mundo.
Shahrnush
Parsipur, dijo en una entrevista: «Había un período en la historia, en el que la
fertilidad se comparaba con el cuidado de un jardín y la santa prostitución. Por
eso es natural que una prostituta y un jardinero, que tienen las profesiones más
antiguas, se junten en este acto de amor; para formar una relación armónica
entre un hombre y una mujer».
Otro episodio
pertenece justamente a la cruda realidad de la prostitución como símbolo del
libertinaje desenfrenado. Zarin, una mujer de 26 años y de buen carácter,
trabaja en el burdel «Akram». Las demás prostitutas
le aprecian por su jovialidad, mientras que la dueña
del burdel la tiene sin vida. Muy temprano por las mañanas, cuando descansaba
después de haber complacido a 20, 25 y, hasta a veces, 30 hombres, escuchaba una
voz de trueno:
—¡Zari, ha
llegado un cliente y tiene prisa!
Somnolienta tenía
ganas de contestarle un disparate, pero se las aguantaba. Al termino de una
pequeña pausa, se oía nuevamente una voz con un tono más fuerte.
—Zari, ¿No me
escuchas? Te dije que llegó un cliente.
Sin tomar
desayuno, se arregló rápido, entró a un cuarto donde el cliente la esperaba. Se
quitó la ropa y abrió las piernas para que le penetrara. Estaba de espaldas
apática con los ojos abiertos. De repente se dio cuenta de que el hombre, que
cabalgaba sus caderas, no tenía cabeza. Se asustó terriblemente y después de
este acontecimiento veía a todos los clientes sin cabeza. Para aliviar su pena
cantaba todas las noches a una hora determinada. Zari, muy amargada, contó esta
historia a otra mujer del burdel. Su compañera de trabajo la escuchó asombrada y
le aconsejó que suplique a Dios con las manos puestas en el Corán. Fue entonces
cuando Zari decidió abandonar, por unos días, el burdel. Se dirigió a un
balneario, donde una mujer le refregó el cuerpo con agua cristalina y jabón,
quitándole toda la mugredad del alma. No contenta de semejante limpieza, siguió,
por cuenta propia, refregándose el cuerpo hasta dejarlo rojo y maltratado. Pero
debía estar limpia para rezar.
Otras dos
mujeres, Moones y Faezeh, conversaban acerca de la virginidad, llegando a la
conclusión de que su sexualidad había sido, implícitamente, controlada por las
reglas del hogar:
—El himen de una
mujer, ¿no es acaso una membrana como suelen decir? —preguntó Moones—. Mi madre
decía que cuando una niña salta desde una altura considerable, pues se rompe esa
membrana. Entonces Dios no perdona a una niña que no tiene himen —añadió
afligida.
—Tonterías, es un
orificio pequeño. Lo he leído en un libro —respondió Faezeh.
—Me voy a vengar
de esta mentira que la he llevado 28 años en mis adentros —dijo Moones para sí
misma.
En ese momento
Amir entró al cuarto donde estaban hablando. Faezeh se levantó rapidamente de la
silla para mostrar su respeto por Amir, quien advirtió que no salieran porque
afuera se daban los disturbios políticos y militares. Sin embargo, Moones
decidió romper con todo lo tradicional; se fue de la casa y durante un mes se
dedicó a pasear por la ciudad. Quizá fue esta conducta la venganza ante el
engaño de la virginidad que le habían hecho creer desde niña. Los primeros días,
de su libertad, era un alboroto: los rivales políticos se mataban, apresaban a
la gente, circulaban tanques por las calles, gente herida caía al suelo,
griteríos por todas partes... Finalmente, se calmó el barullo. Moones paseaba
sin cesar. Una vez caminando por el centro de Teherán, entró a una tienda de
libros usados. Allí encontró un libro, cuyo título era Información sexual,
lo compró con 50 rials. La curiosidad era tal, que se sentó bajo la sombra de un
árbol y lo leyó tres veces. Ahora se sentía muchos más madura. Un buen día de
madrugada volvió a su casa. La empleada, Alieh, abrió la puerta y dio un grito:
—¿Dónde has
estado?, tus padres y hermano te han buscado por todas partes.
—Querida Alieh,
ya no soy la de antes. Ahora sé mucho más de la vida —respondió Moones en voz
baja.
Después de un
cuarto de hora llegó Amir a la casa, y elevó el grito al cielo:
—¿Dónde has
estado estúpida indecente? Has deshonrado a la
familia. Todo el mundo sabe que has desaparecido un mes.
—Solamente he
paseado durante un mes con el permiso de ustedes —exclamó Moones humildemente.
Amir se quitó,
inmediatamente, el cinturón de cuero y la empezó a pegar brutalmente un buen
rato.
—¿Por qué me
pegas Amir, te has vuelto loco? —reclamó Moones con dolor en el cuerpo.
Cuando escuchó
estas palabras, Amir se volvió, aún, más loco. Fue a la cocina, empuñó un
cuchillo y lo clavó en el corazón de Moones. Ella dio el último suspiro y cayó
muerta desangrándose.
Javier Claure
nació
en Oruro, Bolivia, en 1961. Es miembro del Pen-Club
Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y
Escritores de Oruro (UNPE) y de la Sociedad de
Escritores Suecos. Ejerce el periodismo cultural. Tiene
poemas y artículos dispersos en publicaciones de Suecia
y Bolivia. Fue uno de los organizadores del Primer
Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa
(Estocolmo, 1991). Ha estudiado matemáticas e
informática en la universidad de Estocolmo y de Uppsala.
Además, es egresado de Pedagogía en Matemáticas de la
Universidad de Estocolmo.
Formó parte de la redacción de las revistas literarias
Contraluz y Noche literaria. Algunos de sus poemas han
sido seleccionados para las siguientes antologías: El
libro de todos (1999), La poesía en Oruro
(2005) y Poesía boliviana en Suecia (2005).
Ha publicado Preámbulos y ausencias (2004) y
Con el fuego en la palabra (2006).
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